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NEOBATLLISMO

Autor: Luis Costa Bonino:

Libro: Crisis del sistema politico Uruguayo.
Capítulo IV CRISIS ECONÓMICA Y ALTERNANCIA: Notas 1 y 2



El neobatllismo





El fin de la Segunda Guerra Mundial encontraba al Uruguay en una situación inusual de prosperidad. A la gran acumulación de reservas en oro y divisas se sumaban las buenas perspectivas que ofrecían los excelentes precios internacionales de los productos exportables tradicionales del país. Al calor de estos tiempos de bonanza se quiso dar un impulso enérgico al desarrollo de la industria nacional. Los datos económicos propicios se asociaban con un elemento político de decisiva importancia: el batllismo volvía al poder en fuerza después de un largo tiempo de marginación.


El Uruguay de la inmediata posguerra se caracterizó por el desarrollo industrial y el crecimiento económico sostenido. Sin embargo la industrialización había recibido un Impulso decisivo algunos años antes, a partir del proteccionismo forzoso originado por la crisis de 1929.

Los embates de la crisis mundial se hicieron sentir con algún retraso en el Uruguay, dado que llegó en la forma de crisis del comercio internacional, caracterizada por una fuerte disminución de la demanda y una sustancial caída de los precios (1).


Para hacer frente al déficit del balance de pagos, el gobierno tomó medidas que contuvieron drásticamente las importaciones. Este cierre defensivo de fronteras alentó el crecimiento de una industria nacional sustitutiva.


Desde los últimos años de la década del 40 el Uruguay conoció un proceso político, al que muchos calificarían de populista, que impulsó la industrialización del país y que, a través de la difusión de ciertos compuestos ideológicos y de una particular visión de las relaciones entre la economía, el Estado y la sociedad, propuso un modelo de desarrollo al cual se ha dado en llamar "neo-batllismo".

Este proyecto político estuvo personificado en la figura de Luis Batlle Berres, heredero de un apellido ilustre en la política uruguaya (era sobrino de José Batlle y Ordóñez) y deseoso de dar nueva vida a un movimiento que había entrado en crisis al cambiar brutalmente los datos políticos y económicos (José Batlle y Ordóñez murió en octubre de 1929, en el mismo mes que el "crack" de Wall Street). Así como don Pepe Batlle había desaparecido junto con el auge, el nuevo Batlle llegaba al retornar la prosperidad. Una correlación evidentemente casual que no hizo nada sin embargo por desmentir la creencia bastante difundida en el Uruguay de que el batllismo funciona únicamente en épocas de vacas gordas.


La idea central del pensamiento "neobatllista" era llegar al desarrollo económico y a la justicia social en un marco de democracia y libertad.

Para conciliar los términos de esta ecuación se consideraba imprescindible extender y profundizar el proceso de industrialización, como medio de obtener el desarrollo económico, redistribuir el ingreso para lograr, simultáneamente, más justicia social y una mayor demanda en el mercado interno. Por último se veía esa justicia social como la garantía del sistema democrático y la libertad. Como corolario de esa visión del país, se adjudicaba al Estado la función de custodia de los grandes intereses económicos de la República y de protección de los débiles, quienes no estaban en condiciones de enfrentar sin ayuda la pura lógica del mercado.


En el desarrollo de la industria fue donde el neobatllismo concentró la mayor parte de sus energías. Se insistió en promover la expansión de las industrias ya instaladas y en la creación de otras nuevas, al amparo de un fuerte proteccionismo basado fundamentalmente en la política cambiaria. La muy importante cantidad de reservas, en medios de pago internacionales, que se había acumulado durante la guerra, había permitido, entre otras cosas, el abastecimiento en bienes de capital, materias primas y combustibles, que resultaron vitales para este crecimiento industrial.


El Estado tuvo una función esencial en la industrialización. No sólo a través de las medidas proteccionistas, sino en las políticas redistributivas que aseguraron una capacidad de consumo importante a la población. Único medio viable, dadas las circunstancias, de compensar la estrechez del mercado interno. La salida al mercado internacional era poco verosímil dado el bajo nivel de competitividad de la mayor parte de la industria nacional, creada y mantenida al abrigo de las barreras aduaneras.

La función del Estado como empresario y empleador continuó su extensión en este período, dado que, al finalizar la guerra mundial, Inglaterra tenía una importante deuda con el Uruguay (aproximadamente 17 millones de libras esterlinas) que resolvió, en parte, cediendo algunas empresas de servicios públicos al Estado uruguayo. Tales fue el caso de la empresa de aguas corrientes y de la de tranvías, algún tiempo después se sumaría también la compañía de ferrocarriles.

El neobatllismo hizo evidentes esfuerzos para promover una mayor justicia social. Lo que en términos ideológicos era un fin en sí, en el aspecto económico se revelaba también un medio indispensable para "crear mercado". En esta obra de justicia social, redistribución de ingresos o creación de mercado, según prefiera verse, el gobierno utilizó diversos medios.


Desde el Estado, con la incorporación de nuevas actividades empresariales, las nuevas estructuras burocráticas creadas dieron abundante empleo para ubicar los sectores sociales desocupados. Por otro lado, con el apoyo dado a las industrias a través del control de cambios, éstas pudieron crecer e incorporar mano de obra. En un sentido más directo, durante el período neobatllista se amplió sustancialmente la legislación social; se aumentaron las bolsas de trabajo, hubo favorables consejos de salarios y se aprobó la ley de seguro de paro. Hubo aumentos salariales y se redujeron los precios, mediante subsidios, de los artículos de primera necesidad.


El tema de la justicia social tomaba un lugar preferencial en el esquema neobatllista porque, aparte de un apoyo fundamental al crecimiento industrial, era percibido como la fuente más segura de estabilidad política. Convencido de que todas las sociedades se transforman por evolución o revolución, el Presidente Luis Batlle defendía la idea de que la anticipación a los reclamos populares era el camino mas seguro para una democracia durable y para la paz social. Según sus propias palabras, en el discurso de asunción del mando, "apresurarse a ser justos es luchar por el orden y es asegurar el orden" (2).

2 comentarios:

Luciano Porta dijo...

gracias!! muy interesante y me ayudo un monton!! ( :

Anónimo dijo...

aburrido pero me ayudo en lo que nasesitaba gracias