...Un torbellino de formas y colores crea una imagen dinámica y visionaria del cielo. El personaje central del cuadro, el conde de Orgaz, era un dignatario toledano tan piadoso que San Agustín y San Esteban aparecen milagrosamente en su sepelio para depositar su cuerpo en la tumba. En la parte superior, su alma asciende al reino de los cielos, mientras nobles y clérigos de la ciudad contemplan la escena. Nacido en Creta, El Greco se formó en Venecia y Roma antes de trasladarse a Toledo. El estilo dominante en la época era el clasicismo de Miguel Ángel, Rafael y Tiziano. El Greco transformó estas poderosas influencias en un estilo propio y característico, de intensa espiritualidad, con figuras alargadas, movimientos acentuados y radiante colorido, a veces sobrenatural. Por todo ello, su obra puede considerarse un ejemplo de Manierismo en su máxima expresión.
Fuente: El ABC del Arte. Editorial Ocenano. Pág 229
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Historia
Gonzalo Ruiz de Toledo era señor de Orgaz, pues la villa de Orgaz no fue condado hasta 1522.3 Fue un hombre muy piadoso y benefactor de la parroquia de Santo Tomé. No en vano la iglesia fue reedificada y ampliada en 1300 a sus expensas. Al morir el 9 de diciembre de 1323 (otras fuentes en 1312) dejó una manda que debían cumplir los vecinos de lavilla de Orgaz en su testamento que, ya por generosa, habría bastado para perpetuar su memoria en la feligresía: “páguese cada año para el cura, ministros y pobres de la parroquia 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña, y 800 maravedís”.
Pasados más de 200 años, en 1564, don Andrés Núñez de Madrid, advirtió el incumplimiento por parte de los habitantes de la localidad toledana a seguir entregando los bienes estipulados en el testamento de su señor y reclamó la manda ante la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid.
Y cuando al fin ganó el pleito en 1569 y recibió lo retenido (suma considerable por los muchos años impagados), quiso perpetuar para las generaciones venideras al conde, señor de la villa de Orgaz encargando el epitafio en latín que se encuentra a los pies del cuadro, en la que además del pleito emprendido por el párroco se narra el relato del suceso prodigioso que ocurrió durante el entierro del señor de Orgaz, dos siglos antes. Esta tradición que existía en Toledo narra que en 1327, cuando se trasladaron los restos del señor de Orgaz desde el convento de los agustinos –próximo a San Juan de los Reyes– a la parroquia de Santo Tomé, el mismo san Agustín y san Esteban descendieron desde el cielo para con sus propias manos colocar el cuerpo en la sepultura, mientras que los admirados asistentes escuchaban una voz que decía «Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve».
Para presidir la capilla mortuoria del señor de Orgaz, don Andrés Núñez de Madrid, encargó el trabajo a un pintor feligrés y parroquiano, que por entonces vivía, de alquiler, a pocos metros de allí, en las casas del Marqués de Villena. El 15 de marzo de 1586 se firma el acuerdo entre el párroco, su mayordomo y El Greco en el que se fijaba de forma muy precisa la iconografía de la zona inferior del lienzo, que sería de grandes proporciones. Se puntualizaba de la siguiente manera: «en el lienzo se ha de pintar una procesión, (y) cómo el cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para enterrar a don Gonzalo Ruiz de Toledo señor de la Villa de Orgaz, y bajaron san Agustín y san Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero, el uno teniéndolo de la cabeza y el otro de los pies, echándole en la sepultura, y fingiendo alrededor mucha gente que estaba mirando y encima de todo esto se ha de hacer un cielo abierto de gloria ...». El pago se haría tras una tasación, tras recibir cien ducados a cuenta, debiendo acabarse para la Navidad de ese mismo año.
El trabajo se alargó hasta finales de 1587 probablemente, para el aniversario del milagro y la fiesta de santo Tomás. En una primera tasación el Greco evaluó su obra en 1200 ducados , «sin la guarnición y el adorno» cantidad que le pareció excesiva al buen y práctico párroco (en comparación con los 318 del Expolio y los 800 del San Mauricio de El Escorial). Reclamó el párroco y trató de renegociar la rebaja y dos nuevos pintores retasaron el enorme cuadro en 1700 ducados. Ante el nuevo desastre, recurrieron cura y mayordomo, y el Consejo Arzobispal decidió retornar al primer precio. El Greco se sintió entonces agraviado y amenazó con apelar al Papa y a la Santa Sede, pero se avino a causa de las previsibles dilaciones y costos procesales; el 30 de mayo de 1588, el consejo acepto la renuncia del pintor a apelar y resolvió que la parroquia le abonara los citados 1200 ducados, concertándose el 20 de junio ambas partes y saldándose la deuda en1590.
Ejercicios:
EL EXPOLIO, EL ENTIERRO DEL SEÑOR DE ORGAZ Y LA ANUNCIACIÓN DE EL GRECO.
A) Haz una breve biografía sobre El Greco
B) Analiza la personalidad artística de El Greco (1541-1614) en relación con su particular uso del color, la luz y la proporción.
Cuando era aún joven viaja a Venecia para formarse. Allí encuentra en su máximo esplendor la Escuela de Venecia del cinquecento (Tiziano y Tintoretto). El Greco aprenderá de ellos el uso de colores cálidos y la
importancia de la luz.
C). Analiza las características formales y el significado de la obra de El Greco a partir de su obra maestra: El entierro del conde de Orgaz.
Características formales y estilísticas
En España, es en la figura de El Greco, donde con mayor claridad podemos observar los efectos de la Contrarreforma en las artes sagradas. Nacido en Creta, educado pictóricamente en Venecia y en Roma, su llegada a España tuvo lugar en 1577. El rechazo de su arte por Felipe II (preferencia por el sentido claro, legible y solemne de los italianos y la devoción un tanto monumental por los santos) no influyó en el gusto de los grupos intelectuales de Toledo y del centro peninsular (inclinados por un emocionalismo de la imagen religiosa no exento, a veces, de un sentido visionario).
No rechazó las interpretaciones canónicas de los intereses contrarreformistas, pero siempre dentro de una idea de la libertad que había aprendido en Italia. Rechazó de Miguel Ángel el uso del dibujo y no se dejó influir por su monumentalismo; por contra eligió el colorismo de la escuela veneciana (Tiziano y Tintoretto). El emocionalismoy el patetismo del manierismo tiñe su arte esencialmente religioso.
Las imágenes de sus santos, son un repertorio de modus y de locus orandi, al uso de la contrarreforma.
INFLUENCIAS: la bizantina, el carácter rígido “icónico” de sus figuras. La veneciana, los colores ácidos, mórbidos, de tono fatuos y encendidos. La hispánica, inunda su obra de misticismo y un expresionismo dramáticoespañol.
Función y significado
Sin lugar a dudas estamos ante la que podemos considerar su obra maestra. En ella se representa la conocida leyenda relativa al milagro que se produjo cuando al ir a enterrar el cuerpo del conde (que en realidad no era conde sino señor) San Esteban y San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, bajaron del cielo para darle sepultura ellos mismos. El Greco, sin embargo, transforma una leyenda medieval en la reconstrucción realista de un funeral de su época. Todos los requisitos de la misa de difuntos aparecen en el cuadro: seis cirios funerarios, la cruz procesional sostenida por el sacristán, el subdiácono que está de espaldas y el celebrante con la pluvial negra del réquiem. También están presentes miembros de las tres órdenes religiosas (franciscanos, agustinos y dominicos) que asistían a los funerales de los nobles en el siglo XVI. El Greco nos ofrece una galería de retratos de personajes de su época, entre ellos el suyo propio y el de su hijo.
El lienzo aparece claramente dividido en dos zonas: una terrenal y otra celestial. En la primera se representa la escena del milagroso entierro. En el centro, San Esteban, en cuya túnica vemos la escena de su propio martirio, y San Agustín, con barba blanca, sostienen el cuerpo del caballero revestido con una armadura parcialmente dorada. Un nutrido grupo de personajes de la época, dispuestos de acuerdo con una marcada isocefalia (igual altura de las cabezas), asisten al entierro.
Aunque el milagro se fechaba en el siglo XIV, El Greco retrata a personajes toledanos de la época. En primer término y dirigiéndose al espectador Jorge Manuel, hijo del pintor, nos señala con su mano izquierda el asombroso acontecimiento que sucede ante nuestros ojos. También mirando al espectador encontramos un posible autorretrato del pintor. La indumentaria de estos personajes pertenece al siglo XVI.
Enlazando ambas esferas se encuentra la figura de un ángel que lleva el alma del conde hacia la parte superior, el ámbito celestial, recreado por unas nubes que constituyen el soporte de los personajes celestiales. El alma será recibida por Cristo, que centra la composición, al que acompañan la Virgen y San Juan Bautista. En la parte izquierda se encuentran David, Moisés, Noé, identificados por sus atributos: el arpa, las tablas de la ley y el arca, respectivamente. Más arriba, San Pedro con las llaves. En la parte derecha aparecen numerosos santos, como intercesores por el alma del difunto. También incluye en este grupo el retrato del rey Felipe II.
La obra tiene una clara intención ejemplificadora. Gonzalo Ruiz de Toledo, ciudadano ilustre de
noble linaje, participó en el enriquecimiento de la ciudad mediante donaciones caritativas a instituciones religiosas, entre ellas los agustinos. Por este hecho Dios le recompensó. Los nobles, algunos de los cuales vuelven su rostro hacia la visión del Paraíso, aprenden la lección que les brinda el caballero: los beneficios celestiales de la veneración a los santos y la eficacia de las buenas obras, uno de los puntos fundamentales de la doctrina contrarreformista.
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