Durante todos estos años han sido los artistas (pintores, escultores) los que han dado vida al arte. Son ellos los que desde un principio pintaban y coloreaban paredes hasta pasar a la actualidad siendo muchos de ellos reconocidos.
La palabra Arte engloba muchos artistas, muchos cuadros, muchas esculturas, muchos lugares y muchas épocas diferentes. Cada persona percibe el arte de una manera distinta, ya que a todos no les puede gustar lo mismo.
Al estar ante una obra de arte podemos decir que nos gusta dependiendo de los sentimientos o emociones que nos transmita. Es decir, nos gusta lo que sentimos al estar delante de esa obra y no exactamente la obra en sí. Te tiene que impactar y atraer a simple vista, así profundizar en los detalles más elaborados. Todo depende de nuestro pasado, por lo tanto no nos puede gustar algún cuadro por algún sentimiento o hecho vivido con anterioridad. No cabe duda decir que el arte depende totalmente de los sentimientos de cada persona.
Nos atrae lo bonito, lo agradable y los buenos sentimientos, algo que no es tan fácil de conseguir. Por eso los artistas mostraban en sus cuadros lo que les hacía sentirse bien y por lo tanto deducían que a los espectadores también les complacería gratamente. Pero se crea un problema cuando al artista le da buenos sentimientos su propio cuadro, pero a nosotros no por carecer de belleza visual. Un ejemplo sería el cuadro de Alberto Durero, Retrato de su madre. Los espectadores no le ven la belleza, ya que retrató a su madre en plena vejez, pero para Durero le producía una gran emoción. Otro ejemplo es el Retrato de su hijo Nicolás, de Pedro Pablo Rubens, que nos encanta porque transmite mucha dulzura y ternura. Hay que destacar que los dos artistas pintaron dichos cuadros con la misma devoción y cariño, pero el resultado al ser expuesto no es el mismo. Con esto, podemos sacar la conclusión de que ‘‘la hermosura de un cuadro no reside realmente en la belleza de su tema’’. Refiriéndonos a esta frase, destacamos el cuadro de Bartolomé Esteban Murillo, Golfillos, ya que el encanto del cuadro no tiene nada que ver con el título.
Existen muchos cuadros que significan lo mismo, pero que aparentemente no se puede observar, como por ejemplo Ángel, de Melozzo da Forlì y también llamado Ángel, de Hans Memling. Aunque los dos artistas hayan pintado a dos ángeles, a simple vista, no los vemos igual, uno es más atractivo que el otro.
A parte de la belleza también tenemos que tener en cuenta la expresión, es decir, lo que el autor quiere representar a partir de varios rasgos característicos del cuadro. Puede que nos guste más un cuadro que no exprese agonía ni miedo, pero también son obras de arte y hay que fijarse en lo que quiere transmitir el autor y no solo la percepción visual. Hay que adentrarse, pensar y descubrir las expresiones de los cuadros, así nos parecerán más interesantes. Por ejemplo, El Cristo coronado de espinas de Guido Reni, que resulta muy incómodo de ver, ya que el personaje muestra en su cara todo el dolor y agonía. A parte de atraernos la belleza y la buena expresión, también nos gustan las obras en las cuales no lo dicen todo y que tienes que descubrir.
No por tener más detalles un cuadro es más bueno que otro, aunque podría ser más real. Lo que importa es que el propio cuadro diga cómo es la textura de los objetos, personas o animales, si eso está expresado, los demás detalles dan igual. La obra Elefante de Rembrandt van Rijn fue criticada porque con unas simples líneas con un carboncillo expresó la textura rugosa del animal y no destacó más detalles sobre él, para el autor sobraban. Se entiende perfectamente el cuadro aunque no sea del todo real.
Hay que quitarse los prejuicios de que si una obra de arte no se parece a la realidad no es buena. Estos prejuicios en la actualidad son más frecuentes por haber avanzado en los años, ya que se supone que sabemos más. Antes de criticar algún cuadro tenemos que estar seguros de quién está equivocado, si nosotros o el propio autor. No porque un cuadro esté alterado en cuanto a la realidad tiene que ser criticado. Por ejemplo, el cuadro Carreras de caballos en Epson, deThéodore Géricault estaba equivocado, ya que plasmó a todos los caballos corriendo de una forma que no era nada realista, en este caso el autor se equivocó en cuanto al concepto. Se dieron cuenta al poder fotografías instantáneamente.
Han existido muchos errores en el arte, y por lo tanto se han asumido. Pero hay errores con y sin razón, es decir, que el cielo no tiene porqué ser azul. Es difícil quitarse las costumbres visuales y aprendidas desde hace muchos años, pero si se fueran esas costumbres apreciaríamos con más facilidad los cuadros con colores no habituales pero que llegan a ser sorprendentes.
Durante todos estos siglos hemos visto obras de arte y por lo tanto tenemos en la cabeza como son o eran personas ficticias que nunca se han visto ni hay fotos exactas. Esto pasó con Caravaggio hacia 1600, que le encargaron una obra, San Mateo, en la que apareciera San Mateo escribiendo con un ángel. Al acabar el cuadro a la gente no le gustaba, ya que no se parecía a lo que habían visto, lo que tenían en mente. Así que lo tuvo que repetir como siempre se había creído que era. Habría querido eliminar los prejuicios de nuestras cabezas para no buscar errores erróneos.
Por dichos prejuicios, la preocupación de los artistas en sí han acertado o no, si nos puede llegar a emocionar el cuadro, es decir, si logramos entender lo que quiere decir con una explicación con palabras, si no con expresiones. Esa extraña sensación de duda existencial la puede sufrir cualquiera durante su vida. Hay que ponerse en la piel del otro e intentar comprender lo que te dicen, es decir, no hay que rechazar a la primera e ir más allá. Los artistas se preocupan más del equilibrio que de los colores y para ello realizaban muchísimos bocetos y análisis previos. Para ellos la belleza también consiste en la armonía y equilibrio de las figuras representadas.
¿Cómo sabemos si estamos delante de una obra maestra si no existen unas características básicas que la expliquen? No se pueden explicar, por lo tanto tenemos que contemplarla y observar hasta encontrar una armonía y equilibrio que nos haga emocionarnos. ‘‘Para gusto, los colores’’, frase muy famosa y conocida por todos, pero hay que saber que si una cosa está mal es porque está mal. Esto lo podemos comparar con la arquitectura, es decir, que no hay arquitectura que guste a unos y a otros no, si no que hay arquitectura que está bien y otra que está mal proyectada.
Para concluir, decir que el mundo del Arte es infinito y que quedan muchas cosas fantásticas por descubrir. Para poder emocionarse ante nuevas técnicas y nuevas obras de arte hay que intentar eliminar todas las costumbres y prejuicios de la cabeza y empezar de cero al encontrarse delante de una obra. Sé que puede resultar difícil, pero habría que intentarse. Quienes no se quiten esas ideas del pensamiento se convertirán en unos incultos, llamados ‘‘esnobs’’ que dicen lo que no piensan y solo se basan en el arte pasado. Tenemos que apreciar las cosas con ‘‘ojos totalmente limpios’’ para poder disfrutar del futuro Arte.
Subido por: paujorjo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario