En los siglos XVI y XVII Europa se encontraba, desde el punto de vista económico, en el pleno desarrollo del capitalismo comercial. Adquirió  un nuevo valor el concepto de riqueza, la identificación “riqueza-bienes” desplazada para ocupar su lugar la relación "riqueza – acumulación de dinero o metales preciosos” que se obtenían de la  circulación y el intercambio de mercaderías. Esta transformación fue posible con el desarrollo comercial en Europa que había dado lugar al surgimiento de un grupo social dedicado exclusivamente a esas actividades: los comerciantes y mercaderes de la Baja Edad Media. Desde entonces  se había empezado a forjar en Europa una mentalidad diferente de la medieval que va identificando a la riqueza con el dinero o los metales preciosos. Los países procuraban demostrar a los demás  su fuerza y poderío  y para ello se valían de la acumulación de metales preciosos. Era importante acumular oro y plata  porque se entendía que los metales preciosos representaban la riqueza potencial de un país, cuando el desarrollo de otras practicas financieras se desarrollaban poco, por lo que los metales  preciosos se convertían prácticamente en el único medio utilizable para la circulación  y para las finanzas del Estado.
Al observarse que a través del comercio se podían reunir  grandes cantidades de oro y plata, se fue llegando a una conclusión que expresaba que la clave de la economía era el intercambio y los metales preciosos, fundamento de la riqueza de las naciones.
En estos términos quedaron planteados los pilares básicos de la política  económica que desarrollaron los países europeos.
- La base de la riqueza de un país era: La Acumulación de metales  preciosos.
- La manera de lograrlo era: prohibiendo la exportación de los mismos
- La balanza comercial favorable o sea excedente de exportaciones.
- Cada país debe procurarse todo lo necesario dentro de sus fronteras (autoavastecimiento) evitando las importaciones.
A estas ideas se les llamaron ideas mercantilistas y se practicaron en Europa  durante los siglo XVI, XVII, y también en el siglo XVIII.
Aplicación de las Ideas mercantilistas en Hispanoamérica
El Monopolio Comercial
España aplicó, con respecto a  sus colonias, el monopolio comercial, o sea, la exclusividad de abastecimiento, distribución y consumo de los productos españoles en América y americanos en España. Con esta practica  procuraba asegurarse el absoluto dominio  del oro y la plata americana.
España  se mantuvo bajo la dinastía de  los Habsburgos con esta tesitura , con la excepción durante el reinado de Carlos V, quién quizás presionado por las obligaciones  contraías con banqueros italianos y alemanes (Fugger, Welser), permitió el comercio  con los puertos americanos  de todos los súbditos dentro de los dominios de los Habsburgos. Esto fue solo un paréntesis, puesto que ya bajo e reinado de Felipe II  se exigió por ley que únicamente  los españoles de nacimiento o naturalizados y domiciliados en la península podían comerciar con las colonias americanas, así como ser  dueños de los barcos que realizaran viajes a las Indias. El monopolio comercial español se acentuó más aún al instalase  en Sevilla, desde 1503, la Casa de Contratación. Este organismo que reguló las relaciones comerciales entre la metrópoli y las colonias, puso en mano de las grandes casas comerciales de Sevilla, el trafico comercial hispanoamericano. El monopolio comercial español se convirtió, en un monopolio fundamentalmente sevillano. Así el destino de las relaciones comerciales hispanoamericanas quedo definitivamente  atado a los intereses de  los grandes comerciantes monopolistas en Sevilla.
El Puerto Único
El monopolio requería una rígida fiscalización de la navegación  y el comercio y por tal motivo, la decisión de habilitar un puerto único en España, Sevilla, para el desempeño de todo el trafico comercial con América, resulto una medida útil para  los fines e intereses de las grandes casas comerciales españolas. Los comerciantes Sevillanos se vieron favorecidos con éstas medidas, al punto de convertirse en los verdaderos amos del comercio indiano.
También en Hispanoamérica se aplicó el criterio comercial de puerto único. Por una parte se facilitaba el cumplimiento de una rígida reglamentación comercial y ayudaba a prever  el contrabando, contribuía a fortalecer el enriquecimiento de las grandes firmas comerciales sevillanas, que instalaron en esos centros agentes residentes en América, quienes concretaban los negocios en su nombre. Tres puertos se habilitaron al comercio con España: Veracruz, en Nueva España;  Cartagena, en Nueva Granada y Portobelo, en el Istmo de Panamá.
Flotas y Galeones
Tanto para colaborar a que el monopolio se cumpliera con eficacia, como para frenar el intocable  problema de los piratas, se confeccionó el conocido sistema de flotas y galeones, que mantuviera su vigencia  hasta las reformas borbónicas del siglo XVIII. Los ataques de los piratas fueron una de las más terribles amenazas que debió enfrentar el comercio español. En el mar de las Antillas, las islas abandonadas, las islas abandonadas por los españoles como “tierras inútiles”, se transformaron rápidamente  en base de operaciones de los piratas y corsarios. España reaccionó y para contrastar todas estas agresiones tomó diversas medidas de defensa: protección en los puertos  construyendo fuertes murales, etc. y protección de las embarcaciones creando el sistema de flotas y galeones.
El sistema de flotas y galeones consistía en la organización binaval de convoyes de navíos comerciales, con destino a España y América protegidos por buques de guerra. El sistema era obligatorio, por lo que ningún barco estaba autorizado a hacer el viaje  fuera de la flota.
El número de barcos mercantes  que comprendían las flotas  era variable, dependía del volumen del comercio americano, del tamaño de los barcos empleados y de la seguridad de los mares. ara cubrir los gastos que demandaba  la manutención  de la flota , se aplicó el impuesto de avería  sobre las importaciones y las exportaciones.
La Realidad del Comercio Indiano
El Contrabando.
La excesiva reglamentación  que España impuso al trafico comercial indiano desencadenó el desarrollo  de practicas ilícitas  a todo nivel, que contribuyeron  a provocar  la decadencia  española contrastada  en el transcurso del siglo XVII.
La ilegalidad partía a menudo de la propia administración española ya que funcionarios reales y eclesiásticos aprovechaban la prerrogativa de verse exentos de pago de derechos sobre artículos de desarrollo personal, para adicionar a los mismos, gran cantidad de mercaderías que luego negociaban. También ocurría que las embarcaciones  que transitaban de América a España ingresaban clandestinamente antes de completar su retorno, a puertos franceses, portugueses, etc. pero no habilitados.
Pero el contrabando mas importante fue el realizado en América. Era llevado a cabo por comerciantes franceses, ingleses, etc. por la vía del Caribe.
El Río de la Plata fue uno de los principales centros de contrabando, por diferentes razones, su extremo alejamiento de Portobelo, provocaba una mayor demanda de mercancías, la extensión de sus costas dificultaba la vigilancia, la proximidad de Brasil  permitía  a los contrabandistas tener allí una importante base de aprovisionamiento, la venalidad de los funcionarios reales también facilitaba las transacciones, Buenos Aires se fue convirtiendo en un centro de irradiación del comercio ilegal, que llegó incluso al Perú. Comerciaban cueros, sebos, vinos mendocinos, tejidos de Tucumán y a cambio recibían azúcar, conservas, esclavos negros y mercancías  varias obtenidas desde Brasil o por su intermediario. Otra región favorable para el desarrollo del contrabando fue el Caribe, situación favorecida por la abundancia de islas desiertas, que fueron colonizadas por otras naciones  europeas para tener desde allí una magnifica base que protegiera su comercio ilícito.
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