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Semana de Arte Moderna de 1922



Implicancias de la Semana de Arte Moderna de 1922 de Sâo Paulo
en el pensamiento latinoamericano desde una mirada rioplatense.
Por  Alejandro F. Della Sala


“Queremos luz ,ar, ventiladores,aeroplanos, reivindicaçôes obreiras, idealismos, motores, chaminés de fábricas,sangue, velocidade, sonho em nossa arte. Que o rufo de um automóvel, nos trilhos de dois versos, espante da poesia o último deus homérico, que ficou anacronicamente a dormir e a sonhar, na era do jazz band e do cinema, com a flauta dos pastores da Arcádia e os seios divinos de Helena.”
Menotti Del Piccia
[1]


I-Introducción – Marco Teórico Referencial:

La Revolución Rusa de 1917 vino a alterar el pensamiento mundial entre aquellos que comulgaban con el comunismo y pensaban que un cambio en los modos de producción podría acelerar el ideal de la igualdad de clases sociales, los que soñaban con un capitalismo de mercado como herramienta todavía útil de crecimiento social esperanzador, y los que no creían en el sistema de mercado pero que no comulgaban con el comunismo ni sus ideólogos, dejando abierta la posibilidad de creación de otros sistemas de tipo autocráticos – léase fascismo y nacionalsocialismo- donde el Estado era el creador de normas de conducta y de formas de pensar dirigidas desde el poder político.
La cuestión social también se irradia fuertemente en el ámbito latinoamericano, principalmente a través de los intentos de reforma agraria en México y la idea de plasmarla en su Constitución de 1917. En efecto, la reforma agraria aparecía como un reflejo de lo que estaba sucediendo en Europa, ejerciendo también una influencia importantísima en todo el continente americano.
Algunos pensadores sostienen que esa revolución se desdobló en las luchas revolucionarias de la década de 1910, las luchas por la creación del Estado moderno, nacional y democrático reflejado en la Constitución de 1917. Dicha Constitución afirmaba el principio de reforma agraria, la propiedad nacional de los mineros y las riquezas nacionales y sostenía básicamente al Estado como regulador de la economía y del progreso vinculado a las transformaciones sociales, económicas y políticas. La influencia del ideario de la Revolución Mexicana vino a tomar fuerza principalmente durante el gobierno de Cárdenas en 1930, donde se desarrollaron ideas cooperativistas inspiradas en la Revolución Rusa.[2]
Terminada la Primera Guerra Mundial, se organiza la Sociedad de las Naciones con el objetivo de evitar futuras guerras aunque sin otorgarle poder para aplicar sanciones a los Estados que intentaran quebrar la paz internacional. A la sazón, también se firma el Tratado de Versalles por el cual se le impone a Alemania una serie de condicionamientos, entre ellos, la prohibición del rearme.
Aunque el impacto de dicha guerra repercutió en la conciencia latinoamericana de manera colateral, dicho acontecimiento, no dejó de estremecer fuertemente la cosmovisión de los intelectuales criollos, ya que muchos de ellos, veían a Europa en general como la madre patria o bien su fuente de inspiración directa. Nótese que las oleadas inmigratorias ya se venían realizando desde fines del siglo XIX, al menos en la Argentina y en el Brasil principalmente después de la caída del imperio de don Pedro II, el nacimiento de la República y con la promoción de la industria del café en lo que hoy son los estados de San Pablo y Río de Janeiro.
En este marco circunstancial, un grupo de artistas e intelectuales que habían viajado por Europa incorporando las percepciones del arte del viejo continente, consideraban que resultaba necesario cambiar el modo de percibir la realidad en la región latinoamericana, en especial desde el Brasil de ese entonces.
Ya desde comienzos del siglo pasado se instaló en París un joven inquieto por las luces del futuro, Enrique Santos Dumont, de padre francés y nacido en el estado de Minas Gerais, el cual sostenía desde muy pequeño, que el hombre también podía volar como los urubús y las cárcaras –pájaros autóctonos del Brasil- y además fue el primero en el mundo en volar con un globo aerostático movido por un motor a explosión en 1897, pese a lo que muchos sostenían, que el bautismo en el aire le pertenecía a los hermanos Wright[3]
Tanto los horrores de la Primera Guerra Mundial donde se habían utilizado en forma masiva gases tóxicos y muchos de los combatientes quedaron ciegos, entre otro tipo de dolencias y el hambre del pueblo ruso que se potenciaba por la salida de la guerra y se esperanzaba con un nuevo sistema político de gobierno, provocaron tanto en artistas brasileños como en los de argentina y el cono sur en general, un cambio en la manera de ver el mundo. Se produce en tal sentido, una especie de vuelta a la raíces culturales de cada pueblo, un retorno a lo telúrico sin desconocer los avances de la modernidad que impactaba tanto en vidas ajenas como en propias.
Impresionado así por los horrores de la guerra, el modernista pionero de la aviación mundial don Alberto Santos Dumont, casi un visionario si lo comparamos con los atentados a las torres gemelas de 2001, bregaba para que la Liga de las Naciones – un similar a la actual Organización de las Naciones Unidas- prohibiera el uso de aviones como arma de guerra. Lamentamos que desde Latinoamérica toda, no se haya hecho un homenaje conjunto a este padre de la aviación moderna, al menos desde lo simbólico, por ejemplo que más de un aeropuerto lleve su nombre o algún tipo de recordatorio en tal sentido.
Ya no era la Europa que se idealizaba "a la francesa" desde esta parte del globo terráqueo, sino que también eran los desastres provocados por el hombre y las injusticias sociales que salían a flote después de tanto sufrimiento irradiado por la guerra. Era también el crecimiento de la producción en masa, la especulación financiera y las consecuencias en la población, por ejemplo con el impacto de la crisis de 1929 en Estados Unidos.
Una generación de artistas, inventores, militares y estudiantes, sacudida por lo sucedido en la Primera Guerra Mundial y la letárgia de la república que precedió al imperio, se rebela contra los cánones aristocráticos que dominaban la política y el pensamiento brasileño. Así surge la Semana de Arte Moderna de 1922, seguida por revueltas militares de 1922, 1923 y 1924 en Río de Janeiro –lo que se denominó como "tenentismo"- Río Grande do Sul y San Pablo respectivamente.[4]

En la Argentina, el escritor Leopoldo Lugones hablaba de "la hora de la espada" lo que desembocó en la caída del gobierno democrático de don Hipólito Irigoyen por causa del golpe militar de 1930. En Brasil, un grupo de políticos, pensadores y militares – básicamente los mandos medios, los tenientes y las policías estaduales- apoyaban la instauración de un Estado Novo de Getulio Vargas, también hombre gaúcho de Säo Borja (Rio Grande do Sul) dando fin de alguna manera a la oligarquía – café con leche- como se le decía, articulada desde el eje constituido por los Estados de Sâo Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais.[5]
Con la intención de mostrar esas nuevas tendencias que ocurrían en Europa pero desde una perspectiva latinoamericana, se organiza la Semana de Arte Moderna en el Teatro Municipal de Sâo Paulo en 1922. Era un momento clave, que había que abandonar viejos valores estéticos, para promover un estilo que se podría resumir en una vuelta a una estética nacional para deglutir lo viejo para que naciera un nuevo hombre, un hombre autóctono síntesis de etnias y con pensamiento propio pero sin dejar de ser influenciado por los grandes acontecimientos del siglo pasado que atravesaban de norte a sur, no sólo la sociedad latinoamericana, sino el mundo todo.
De esa manera participaron de la Semana de 1922, escritores modernistas como Oswald de Andrade –luego marido de Tarsila do Amaral- , Manuel Bandeira; Guillermo de Almeida y Monteiro Lobato, con su fascinación por el automatismo norteamericano y el milagro de Henry Ford. También pueden ubicarse en dicha corriente de pensamiento, aunque colateralmente a Gilberto Freyre y Jorge Amado. En la pintura, se destacaron Anita Malfati, Tarsila do Amaral y Cándido Portinari, el arquitecto Oscar Niemeyer entre otros, junto al gran volador futurista y humanista Santos Dumont.

Con relación a Tarsila do Amaral y sus amigos, podemos decir que se preocupaban en mostrar a través de su arte, la mecanización de los seres humanos por causa del crecimiento irracional de las ciudades, con sus rascacielos y fábricas. También estaban imbuidos de un sentimiento nacionalista ya que pensaban que el arte brasileño debía buscar sus raíces.[6]

"Carnaval en Madureira"
En la pintura "Carnaval en Madureira", por ejemplo, Tarsila se preocupó en mezclar la Torre Eiffel con paisajes del samba envolvente del Brasil. Con Europa e ibero América juntas, Tarsila se esforzaba por mostrar al mundo, un Brasil simple y puro en el marco de un clima de exaltación de la naturaleza. Sus pinturas reflejaron diferentes fases como la "pau Brasil" donde exaltaba la naturaleza, la "antropofágica" donde pretendía mostrar el espíritu de la época de querer volver a las raíces del Brasil y también la "fase social" que tal como a Cándido Portinari y podríamos decir a Antonio Berni en la Argentina, la cuestión de los operarios, la relación con las máquinas, los niños desamparados por la miseria, - "Juanito Laguna" de Berni es un ejemplo de ello- y las desigualdades sociales los habían marcado mucho, cuestión que se observa nítidamente en todas sus producciones artísticas.[7]


Es que, la Semana de 1922 como se la denominaba en ese entonces, significó también una renovación del lenguaje, incorporándose al repertorio habitual, palabras nuevas que implicaban crecimiento, desarrollo e independencia, no solamente política sino mental y moral de todo aquello que se consideraba arcaico, por ejemplo a través de la influencia del futurismo, el expresionismo, el fauvismo, y el musicalismo entre otros. Por ejemplo, Menotti del Picchia publica "Juca Mulato", un canto de despedida a la era agraria, ante la irrupción de la urbanización naciente. Por su parte, Oswald de Andrade que fuera marido de Tarsila -"Tarsiwald" les han llegado a decir en el ambiente artístico de ese entonces- sostenía que el centenario de la independencia del Brasil debía ser más que nada de tipo moral y mental, para romper con las viejas estructuras de pensamiento.[8]


En igual sentido, el escritor Monteiro Lobato, criticaba las prácticas agrícolas predatorias y las miserables condiciones de vida de los trabajadores convirtiéndose en un verdadero polemista social, criticando básicamente el atraso de su país de la época en análisis (aproximadamente de 1914 a 1927). A la sazón, tenía fascinación por los Estados Unidos y veía a Henry Ford como el "Jesucristo de la industria" del cual traduzco dos de sus obras. Lobato había escrito una novela futurista "El presidente negro o el choque de razas" que sucedía en los Estados Unidos durante los años 2228, destacando el uso acertado de métodos eugenésicos, las vacaciones matrimoniales como método de solución de los conflictos de alcoba y se creaba a la sazón una nueva ciudad, Erópolis . Por otra parte, el escritor en comentario sostenía que el Brasil debía ambicionar una economía industrial y que rápidamente debía invertir en acero y petróleo.[9]
Asimismo, Gilberto Freyre como otro de los más grandes intelectuales de esa época, había estudiado en los Estados Unidos y escribe entre otras cosas, la obra que es clave en la historiografía y sociología brasileña, Casa Grande y Senzala en 1933 donde interpreta el pasado brasileño, destacando el pasado indio y negro y que el europeo se había misturado con aquellos en una suerte de "lusotropicalismo" evolucionista. Describe además, la estructura esclavista del Brasil y la compara con el "Deep South" estadounidense estableciendo diferencias y contrastes entre una sociedad y otra.[10]
 
En definitiva, la Semana de Arte Moderna nacida en el teatro municipal de San Pablo e irradiada a todo el continente, resaltó los valores nacionales y articuló esencialmente una visión futurista del mundo, lo que sirvió para potenciar la aparición de otros movimientos como el tropicalismo y en lo político contribuyó a fortalecer las raíces del Brasil y el desarrollo de una visión cosmopolita y moderna para la construcción de un país más integrado por ejemplo a través del planeamiento de la construcción de Brasilia.


II.- Presente del futuro y pasado del presente- una visión rioplatense: 
Ya en el año 2007, encuentro el cuadro original "Abaporou" u "hombre que come carne humana" de Tarsila do Amaral en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). No sé si dicho cuadro fue el instigador para escribir estas líneas o más bien el abordaje de la Semana de 1922 en mis cursos de portugués, pero lo cierto es que dicha autora a la cual admiro desde lo artístico, junto al neocriollismo de Xul solar y algunos trabajos de Antonio Berni han provocado en mi una verdadera revolución modernista, en el sentido de aquellos artistas de la Semana de San Pablo, es decir, romper con lo viejo para incorporar una visión nacional en cada una de nuestras apreciaciones u obras.

 
"Abaporou" -
Tarsila do Amaral
A tal fin, en una de las paredes del MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) que es un verdadero museo de estilo arquitectónico modernista digno de conocer y referente artístico a nivel planetario, se podía leer lo siguiente: " Modernidades y Vanguardias. Desde 1910, los artistas latinoamericanos viajan con frecuencia a Europa y se establecen en ciudades como Paris, Madrid, Barcelona, Berlín, Florencia y Milán. Entran en contacto con las vanguardias europeas y participan de sus circuitos de exposiciones y debates. El argentino Emilio Petorutti, el uruguayo Rafael Barradas y el mexicano Diego Rivera entre otros, trabajan cercanos al expresionismo, el cubismo y el futurismo. Los artistas insisten sobre la autonomía del arte y proponen a través de obras y manifiestos, diferentes imágenes que se alejan de la pintura y la escultura como modos de representación de la realidad. Paisajes, figuras y vistas urbanas son elaboradas acentuando, por diferentes vías, el uso de mecanismos racionales, emocionales, sensoriales o simbólicos. Desde principios de los años 20, muchos de ellos van regresando a sus países de origen. Allí se transforman en protagonistas de diferentes reacciones contra la academia y participan de las batallas entre lo tradicional y "lo nuevo". El neocriollismo de Xul Solar en Buenos Aires y la antropofagia, con Tarsila do Amaral, en San Pablo, son dos buenos ejemplos de las vanguardias surgidas en América Latina. Otros artistas como Alfredo Guttero, Pedro Fìgari, Emiliano Di Cavalcanti, Miguel Covarrubias y Amélia Peláez, muestran la diversidad de las modernidades regionales y de las asimilaciones de lo nuevo. Joaquín Torres-García, protagonista en Paris del arte concreto, propone en 1931 su universalismo constructivo, combinando una estructura abstracta de horizontales y verticales con un repertorio de símbolos de diversas procedencias. " 

Fuente: una pared del Malba donde se muestra el "Abaporou" de Tarsila de Amaral, visitado el.15/9/07
Uno de los representantes de la vanguardia en américa latina lo fue sin dudas, Alejandro Xul Solar, pintor, escritor, músico, astrólogo y lingüista entre otras cosas, amigo de Jorge Luis Borges. El autor en comentario, también fue influenciado por el modernismo del Brasil y consideraba a la sazón que el pintor debía traer, convocar a la realidad mediante símbolos y formas extrañas y vivaces. De ahí el amor de este pensador por la historia de las religiones, los mitos antiguos, la filosofía hermética y el simbolismo astrológico y cabalístico. También integró la vanguardia de la revista Martín Fierro, donde también compartió doctrina con Macedonio Fernández, Borges y Girando. Asimismo, provoca impresión desde lo artístico a escritores como Leopoldo Marechal, donde cita en su obra Adán Buenos Aires al pintor visionario como el astrólogo Schulze, donde menciona a Cacodelphia como ciudad de la tribulación y del sufrimiento y su contraparte, Calidelphia como la ciudad celestial. Comparte con Emilio Petorutti esa pasión por lo moderno, aunque consideramos que comparte como pocos el calificativo de "pintor del misterio".[11]
Otro sinónimo de modernismo a nuestro modo de ver fue la construcción del al ciudad de La Plata como capital del estado provincial de Buenos Aires; si bien ésta fue construida a fines del siglo XIX, la idea de tener un trazado moderno a base de diagonales, parques y estructuras arquitectónicas que escapaban al estilo europeo clásico, fundamentan lo que venimos sosteniendo hasta ahora de que existía una especie de "revolución moderna" en el ambiente latinoamericano.
En la Argentina de los años 60, dos fenómenos culturales tomaron de alguna manera la vanguardia cultural modernista. Uno fue la revista Primera Plana que, desde mediados de 1964 con don Jacobo Timmerman a la cabeza, impuso nuevas costumbres, descubrió a los nuevos talentos de la literatura, la música y la pintura, y hasta influyó sobre la moda, el habla y la sexualidad. El otro fenómeno fue el Instituto Di Tella, que dio cabida a todas las formas de renovación de la cultura, en especial en las artes plásticas, la música y el teatro. Al respecto, en "el Di Tella", como se lo denominaba popularmente -apelativo que también se asociaba con los taxis y las heladeras de esa marca- desembarcaron de un modo u otro todas las manifestaciones del pensamiento. Tanto la revista Primera Plana como el Di Tella han sido objeto de todo tipo de censura durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) y por lo tanto, ya nada volvió a ser lo mismo.[12]
Para concluir este punto, podemos decir que el Instituto di Tella en nuestro país de la década de los 60 también receptó muchas de las ideas modernistas de la aludida Semana de San Pablo de 1922. Artistas de la talla de Marta Minujín y Rubén Santaonín son un ejemplo de ello. En Uruguay podríamos traer al pintor Carlos Páez Vilaró, quien también tomó muchas ideas de este movimiento modernista, lo cual se ve reflejado en nuestro modo de ver tanto en su casa construida como un hornero porque parece moldeada a mano en Punta Ballena a orillas del mar en el departamento de Maldonado, como en sus obras artísticas.
También el hermano de Carlos, lamentablemente hoy fallecido, Rodolfo Páez Vilaró con su Museo de Arte Latinoamericano en la ciudad de Maldonado fue otro indicador de esa época, al promover las artes de esta región del continente como fiel ejemplo de la influencia modernista en el Río de la Plata.
III.- La semana de 1922, Brasilia como ciudad futurista y el tropicalismo:
Y la Semana de 1922, también influenció fuertemente en pensadores y políticos del escenario brasileño de ese entonces. No nos olvidemos por ejemplo de la idea de construir una capital federal en el medio de la nada como fue la ciudad de Basilia, desde el apoyo político de Kubitscheck con su desarrollismo modernista, y sus dos grandes mentores tanto desde la arquitectura como de la simple creatividad puesta al servicio de un sueño, el gran Oscar Niemeyer y Lucio Costa. Nótese que el mismo estilo modernista de Niemeyer influenciado fuertemente por el movimiento Bauhaus, también se vio reflejado en el edificio de la Organización de las Naciones Unidas, la cual también posee un gran mural de otro modernista Cándido Portinari en su interior. Podríamos sostener que hacia mediados del siglo XX el mundo pasaba por un momento de cambios profundos en sus estructuras políticas y sociales, nótese que se salía de la segunda guerra mundial y de sufrir los efectos de la investigación y desarrollo de la energía nuclear para la destrucción total. Las dos bombas de Hiroshima y Nagasaki son un fiel reflejo negativo del modernismo.
Entendemos que la construcción de Brasilia fue la idea de varios soñadores "modernistas" que desde muy entrado el siglo XIX con la misión Crulz buscando un territorio con mucho agua y naturaleza virgen que se ubicase lejos de la costa marítima para trasladar la capital de un país, hasta la idea materializada a mediados del siglo XX de efectivización de ese sueño hecho realidad.
No descontamos entonces que la Semana de Arte Moderna de 1922 ha influenciado positivamente en varias elites de Latinoamérica para la creación de cosas nuevas y revolucionarias.
En cuanto al Tropicalismo o Tropicalia, se configuró a diferencia de la bossa nova, como movimiento cultural trascendiendo lo meramente musical básicamente durante la década de los 60 y era una forma de pensar críticamente el arte y la cultura brasileña. Se trata de un movimiento que rompe con la idea de movimiento, ya que a diferencia de las vanguardias que postulaban la ruptura con lo tradicional, la tropicalia adoptó una actitud de incorporar repertorios de la música popular. Las canciones tropicalistas convergen en la poética de Oswald de Andrade en el sentido de incorporar el pasado al presente y de tratar con amor y humor diversas situaciones de lo cotidiano. Como decía Oswald, el "Manifiesto de poesía pau- brasil" sería lo mejor de nuestra tradición lírica con lo mejor de nuestra tradición moderna.[13]
En dicho movimiento participaron, desde los Centros Populares de Cultura (CPC) de 1960 en las universidades más importantes del Brasil, poetas como Torcuato Neto e Capinam, músicos de formación erudita como Rogèrio Duprat y Julio Medaglia y de extracción popular como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Tom Zé, el grupo Os Mutantes y hasta artistas plásticos como Rogério Duarte.[14]
Un autor también cantante de esa época, considera que Oswald de Andrade al lanzar el mito de la antropofagia, se apropiaba del ritual caníbal para las relaciones culturales internacionales. En tal sentido, la deglución del padre Pero Fernandez Sardinha por los indios es el fundamento de la nacionalidad, configurándose como la escena inaugural de la cultura brasileña.[15]
Sostiene al respecto el autor en análisis, que el canibalismo cultural se ajustaba de maravilla a los tropicalistas, al punto que "…Estábamos (comiéndonos) a los Beatles y a Jimi Hendrix."[16]
En síntesis, podemos concluir que la terminología utilizada por los tropicalistas de la década de los 60 es muy similar a los modernistas de 1922, por ejemplo el canibalismo cultural no es otra cosa que la antropofagia de Tarsila do Amaral, entre otros.
IV.- Articulando conceptos a modo de conclusión:
En este punto cabría preguntarnos cual sería la verdadera implicancia en el pensamiento latinoamericano de la Semana de Arte Moderna objeto de este análisis. Algunos pensadores como Franklin de Oliveira, consideran que en realidad la Semana de Arte Moderna de 1922, no ha dejado de ser una "revolución que no salió de los salones" y que los modernistas "no tomaran la máquina del tiempo para abofetearla como ella merecía".[17]
Además, Mario de Andrade consideraba que si bien los modernistas de 1922 no debían servir de ejemplo para nadie, no menos cierto es que pueden servir de lección para muchos, y en lo particular consideramos que, más que de lección los modernistas nos han servido para interpretar un momento de la historia de muchos cambios y proyectarlos incluso en el planeamiento urbano, como lo vimos con la construcción de la ciudad de Brasilia, en el pensamiento político de los desarrollistas de esa época y actualmente en muchas ideas que trascienden lo meramente formal.
Sin mengua de lo hasta aquí dicho, las principales ideas de "volver a las raíces" de cada pueblo o "volver a lo nacional" influyeron fuertemente en la política del Brasil principalmente desde los años 1930 en adelante y en la Argentina con el surgimiento del peronismo y previo a ello con " la hora de la espada" del escritor Leopoldo Lugones.
Asimismo, la construcción de Brasilia vino a formar parte de un icono fundamental en la historia del Brasil ya que movilizó recursos económicos y humanos cambiando la cosmovisión de muchas personas que querían participar en dicho proyecto y por ello se movilizaban al planalto central, no solamente en busca de trabajo sino también de búsqueda de sentido a la vida.
Así como Oscar Niemeyer y Lucio Costa con la influencia y la inspiración del suizo nacionalizado francés Le Corbusier junto a la escuela del Bauhaus, fueron los que articularon todo un movimiento transformador en la arquitectura y en la manera de ver el mundo, una idea no tan irracional podría ser la de volver a construir con ese espíritu modernista, la sede de las Naciones Unidas, no ya en un país de Europa occidental o en Nueva York, sino en América Latina. Si bien el lugar a construirla pasa a ser anecdótico y no es el sentido de estas líneas, lo cierto es que una inspiración a lo Brasilia como mito fundador, no le vendría nada mal, inclusive desde lo simbólico, a un organismo que cada vez parecería tener menos poder y por consecuencia, eficacia en el concierto mundial.
Y sin considerarse el traslado de ese organismo específico, podría pensarse en la creación o traslado de otros de tal carácter a otras regiones del mundo, hasta por una cuestión de facilitar el desarrollo económico de los países más avanzados en lo económico hacia otros de menor capacidad de desarrollo.
En la Argentina también vimos como la Semana de Arte Moderna de 1922 influenció directamente en los movimientos artísiticos vanguardistas como el "Di Tella" de la dècada de los 60-70.
En efecto, tanto la Semana de Arte Moderna de 1922 y como el Di Tella de alguna manera reflejaron una ruptura incesante de toda rutina o de mediocridad como forma de manifestación artística y de pensamiento. Durante ese tiempo en la Argentina se inauguró una muestra formidable de Julio Le Parc, que maravilló a Buenos Aires con sus joyas cinéticas, sobre las que tanto había escrito Julio Cortázar y donde la dictadura militar se desvanecía en el espejismo de una revolución cultural que se creia permanente y eterna. Porque como señalan algunos autores, ya nunca más seríamos los que éramos.[18]
Y para concluir, "Semeiophoros" es una palabra griega compuesta por otras dos: semeion. "señal" o "signo" y phoros, "traer para adelante", exponer, cargar, brotar, traer a fecundidad alguna cosa.[19] Si bien la autora lo utiliza para explicar el fenómeno de la nación como símbolo y señal para construir las raíces de un pueblo, nos pareció útil para hacer esta comparación. Un semeiophoro o si se quiere un semáforo, es una señal distintiva que puede servir desde para ordenar el tránsito hasta como significado, rastro o vestigio de algo o de alguien.
Por lo tanto, consideramos que la Semana de Arte Moderna ocurrida en el teatro municipal de Sâo Paulo en el año 1922, ha sido un verdadero semeiophoro o semáforo que ha indicado a la humanidad que tenía que fecundar alguna cosa o bien hacer un cambio en el modo de ver el mundo. Quizás parezca loca la idea pero cuánto necesitaríamos nosotros ahora –incluyendo a todo el espacio latinoamericano- de un acontecimiento movilizador como el analizado en estas líneas.
Fuentes consultadas:

[1] La autora, afirmaba que la estética del grupo debía ser de reacción por ello habla de esa manera expresando en cada palabra un modo de ver el mundo, Cfr. Semana de Arte Moderna (1922), www.pitoresco.com.br/brasil/textos/semana.htm, acc.25/09/07
[2] Cfr. DOS SANTOS, Theotonio, "O Desenvolvimento Latino-americano: Pasado, Presente e Futuro", GREMIMT, grupo de Estudo sobre Economia Mundial, Integração Regional & Mercado de Trabalho, pág. 4. (La interpretación del portugués me pertenece).

[3] Cfr. LOURDES, Carlos, Alberto Santos Dumont, Pioneiro da aviaçâo, www.vidaslusofonas.pt/santosdumont.htm, pág.3, acc.1/10/07)
[4] Cfr. SKIDMORE, Thomas E., O Brasil visto de Fora, Paz e Terra, Sao Paulo, 1994, pàg.12
[5] FAUSTO, Boris, DEVOTO, Fernando, Brasil e Argentina, Um ensaio de Historia comparada (1850-2002) Editora 34, Rio de Janeiro, 2004, pág. 242,243.-
[6] Cfr. BRAGA, Angela, REGO, Ligia, Tarsila do Amaral, Editora Moderna, São Paulo, Brasil, 2000, pág. 13.-
[7] Cfr. BRAGA, Angela, REGO, Ligia, Op. Cit. Passim.-
[8] Cfr. www.pitoresco.com.br/brasil/textos/semana/htm, pàg,2.-
[9] Cfr. SKIDMORE, Op.Cit. pág.42 y 43.- Decía el referido escritor modernista: "Siéntome encantado con América. El paìs en que soñaba.¡ Eficiencia! ¡Galope! ¡Futuro! ¡Nadie andando de espaldas!!" (LA interpretación del portugués me pertenece) Op.Cit. Ibídem.
[10] SKIDMORE, Op.Cit. ibídem.
[11] Cfr. Diario Clarín 25/06/2005, suplemento cultura, "El Brillante sistema Xul Solar". También se recomienda ver: http://www.temakel.com/xulart.htm.

[12] Cfr. ELOY MARTINEZ, Tomás, Historias del Di Tella, Diario La Nación, suplemento cultura, 1 de abril de 2007).-

[13] Cfr. CAMBRAIA NAVES, Santuza, Da Bossa Nova á Tropicalia, Zahar, segunda edición, Rio de Janeiro, 2001, pág.48. (La interpretación del português me pertenece).-
[14] Cfr. CAMBRAIA NAVES, Op. Cit. Passim.
[15] Cfr. VELOSO, Caetano, Verdad Tropical, Música y Revolución en Brasil, Salamandra Primera edición, Barcelona, España, 2004, pág. 213.-
[16] VELOSO, Caetano, Op.Cit., Ibídem.-
[17] Cfr. Semana de Arte Moderna, op.cit. pág.4 .-

[18] Cfr. ELOY MARTINEZ, Tomás, "Historias del Di Tella", Op. Cit. Passim.-

[19] Cfr.CHAUI Marilena, Brasil, Mito Fundador e sociedade autoritária, Perseu Abramo ed., Sâo Paulo, 2000, pág.11.
Nota final aclaratoria: El presente trabajo de investigación fue publicado en la Revista logogrifo de la Editorial Ala de cuervo de Venezuela en diciembre de 2007 cfr. www.logogrifo.com y elegido por la Fundación Oscar Niemeyer para integrar su archivo documentario (enero 2008).-
por Alejandro F. Della Sala
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Realizada en Febrero de 1922 en el Teatro Municipal de Sao Paulo, surge como un festival múltiple: música, literatura, conferencias, exposiciones de arte. Toda una representación completa del repertorio de los renovadores del arte y las letras, con el firme deseo de destruir, la tradición académica, e instaurar un nuevo lenguaje plástico, poético y musical.
El camino de las artes visuales y el sentir cultural del Brasil para las primeras décadas del siglo XX, fue sorprendido por una serie de eventos y exposiciones en donde la renovación con respecto al pasado inmediato, se hacía presente como una necesidad.
Con la exposición de Anita Malfatti en 1917, las contribuciones de artistas que habían estudiado en París o que vivían en Europa, (como Goeldi, Tarsila, Di Cavalcanti, Ismael Nery, Monteiro), se hicieron sentir en el panorama artístico brasileño. Estos artistas realizarían exposiciones individuales en las que aportarían las últimas innovaciones de la escuela de París a un medio provinciano como era el de las dos grandes ciudades brasileñas, Río de Janeiro y San Pablo.
La Semana de Arte Moderno provocó escándalo, durante tres noches seguidas. El interés principal, según lo definió Mario de Andrade, era luchar por el derecho permanente a la búsqueda estética, la actualización de la inteligencia artística brasileña, y la estabilización de una conciencia creadora nacional.

Por lo tanto, la fuente en que bebieron nuestros modernistas era doble y contradictoria: por una parte, la información internacional, sobre todo de origen francés; y por otra, un nativismo que se evidenciaría en la inspiración y la búsqueda de las raíces brasileñas, y por ende, latinoamericanas.


 
AFICHE DE LA SEMANA DE ARTE MODERNO, BRASIL 1922

Causas de la Independencia Hispanoamericana 1808-1826


El proceso histórico que culmina con la proclamación de las repúblicas independientes en el espacio americano que había formado parte de la Corona española es consecuencia de una multiplicidad de factores que es difícil sistematizar. El presente trabajo se va centrar en el análisis de las circunstancias que propiciaron el ciclo independentista desarrollado entre 1808 y 1824

Trataremos de describir las diferentes situaciones que causaron el debilitamiento primero y la ruptura posterior de los lazos que mantenían unidos a la Monarquía española y sus territorios de ultramar Los territorios americanos (Cuba, Puerto Rico) y del Pacífico (Filipinas) que aún continuaron vinculados a España corresponden a otro capítulo de nuestra historia.
Será en el reconocimiento de estas circunstancias donde encontremos los motivos del proceso emancipador, y podremos así establecer una sistematización de las causas que condujeron a dicho proceso.


La realidad americana a finales del siglo XVIIILas reformas borbónicas que afectaron a todos los territorios de la Corona española en el siglo XVIII se dejaron sentir de una manera muy especial en América. De algún modo se rompe con la tradición económica e institucional de los territorios americanos, al buscar los gobernantes un mayor control sobre aquellos reinos, dentro de las limitaciones marcadas por la inmensa distancia que los separa de la capital de España.
Los reglamentos de comercio de 1765 y 1778 orientados a ampliar un “comercio libre y protegido” entre España y América generan un problema: la desprotección de la industria americana, que decae. En cambio, los cambios en el comercio sí traerán como consecuencia la aparición de una nueva clase de comerciantes con mayores conocimientos profesionales. Este sector, que ve aumentar su poder económico, buscará acompañarlo de una mayor presencia política. Especialmente significativo resulta este proceso en lugares como Venezuela, Chile y Río de la Plata. Y será precisamente en estos territorios, alejados de la América nuclear, en los que se encenderán las primeras chispas independentistas.

En cuanto a la organización administrativa de la América española, también es preciso señalar algunos cambios, que buscan racionalizar el gobierno de un territorio inmenso. De esta manera, en el siglo XVIII se crean dos nuevos virreinatos, el de Río de la Plata y el de Nueva Granada y se funda la Comandancia General de las Provincias Internas de la Nueva España. Junto a estas demarcaciones se impondrá la división e intendencias, siguiendo el modelo francés importado a España por los monarcas de la dinastía Borbón.
Estas novedades, que buscan un mayor control sobre el territorio y los súbditos americanos, van a chocar con el creciente deseo de autonomía fomentado por la burguesía criolla desde tiempo atrás. Y como señala Lynch, “para que los motivos de queja se convirtieran en reclamaciones, el patriotismo en nacionalismo y el resentimiento en una revolución, los hispanoamericanos necesitaban una coyuntura favorable que les permitiera tomar la iniciativa” [1]. Y esta coyuntura se dio a partir de 1796, cuando se iniciaron los enfrentamientos con Gran Bretaña, y llega a su momento más crítico entre 1808 y 1810 con la crisis dinástica generada en la Península.

Las causas de la independencia
Para tratar de establecer una sistematización de las causas próximas y remotas que desembocan en la emancipación de los territorios americanos, dividiremos las mismas en dos grupos: las que tiene su origen en el propio territorio americano, y las que se localizan en la realidad peninsular.
a) Causas internas: madurez y situación de conflictividadPartiendo de los cambios señalados anteriormente y que podemos encuadrar en las reformas borbónicas del siglo XVIII, reconocemos como grupo impulsor de la independencia a una minoría criolla que se ha visto despojada del control del territorio americano y que a la vez ve aumentar su poder económico.
Con anterioridad a 1808 se habían dado frecuentes movimientos rebeldes que generaban inestabilidad en el continente americano. Pero estos movimientos, algunos incluso de origen indígena, no buscaban subvertir el orden establecido. Querían mejoras sociales o económicas que aliviaran sus condiciones de vida. De hecho, tales levantamientos, como el de Tupac Amaru en Perú (1780), el efecto que consiguen es concienciar a los españoles (criollos o peninsulares) de que si quieren mantener el orden social deben permanecer unidos. El miedo a la violencia social retardará en algunos territorios –de manera significativa en el virreinato del Perú- la adhesión a la causa emancipadora.
De los movimientos revolucionarios anteriores a 1808 el único que propiamente puede considerarse precursor de la independencia es el de Francisco de Miranda. Viajero, intrigante y revolucionario nato, promovió ideológicamente la independencia de Hispanoamérica. Desde los Estados Unidos organizó una expedición “libertadora” a Venezuela que fracasó por falta de apoyo, en 1806.
Siguiendo a Francisco Morales Padrón, podemos señalar algunas causas de los procesos de independencia. Pero, tal y como este autor señala, ninguna de ellas puede considerarse como causa única, ni se pueden generalizar para todo el territorio de Hispanoamérica. Se trata de una serie de factores que se dieron en mayor o menor medida dependiendo de los lugares y las épocas. Incluso algunas de estas causas fueron reformuladas a posteriori por los artífices de la emancipación.
- La negligente administración y la inmoralidad burocrática. No se puede negar que en muchas ocasiones los puestos de la administración no eran ocupados por las personas más idóneas, y que fue frecuente la venta de cargos. Por otra parte, generalizar las deficiencias y lentitud del régimen administrativo a todo el mundo hispanoamericano sería una injusticia.
- El régimen mercantil monopolista. Pero el monopolio era practicado por todas las demás potencias europeas, y además, el monopolio durante el siglo XVIII se había convertido en una ficción. Cuando las nuevas repúblicas decreten el comercio libre lo que están haciendo es sancionar una situación que se daba “de facto”.- La relajación de costumbres, de la que se acusaba especialmente a los miembros del clero. Cierto que se daban casos de personas sin verdadera vocación, y que buscaban medrar en la carrera eclesiástica, pero sería una falta de rigor hacer esta acusación de manera general para todos los eclesiásticos.
- La postergación de los criollos para los cargos en la administración. Esta situación se dio especialmente a la llegada de los Borbones, que, como vimos buscan un mayor control de aquellos reinos. En cualquier caso, también habría que matizar esta afirmación y trasladarla fundamentalmente al siglo XVIII.
- La tiranía, oscurantismo y censura llevada a cabo desde la península. Esta acusación, generalizada, tiene mucho de falsedad, teniendo en cuenta los esfuerzos que la monarquía dedicó a elevar el nivel cultural de sus súbditos, a uno y otro lado del Atlántico. Como señala Morales, “España salpicó sus reinos de centros culturales y docentes”. Y sobre el papel de la Inquisición, precisamente es en las últimas fases del movimiento revolucionario, cuando de manera poco lógica, y en parte presionada por el propio rey, condena dicho movimiento.
- La concepción patrimonial del Estado y el sentimiento regionalista. Los reinos indianos estaban unidos a España pero en la persona del rey. Este sentimiento es fundamental a la hora de analizar la actitud de las Juntas que se constituyen en América y que dejan de acatar la autoridad de la Junta Central o, más tarde, de la Regencia.
- La servidumbre a que estaba sometidos los indígenas. Esta razón será esgrimida en algunos momentos, sobre todo para atraerse a la causa patriótica a las masas indígenas. Estas eran, en principio, mucho más reacias a sumarse a la revolución, y de hecho al triunfar los movimientos promovidos por las oligarquías criollas, las condiciones de esta población tardarían en mejorar.
En cuanto a las motivaciones de carácter ideológico que pudieran impulsar los procesos independentistas, debemos ser cautos a la hora de establecer similitudes con otros movimientos revolucionarios más o menos contemporáneos. El espíritu que mueve a la emancipación hispanoamericana es peculiar y resultado de un conjunto de hechos que no encuentran paralelismos en otros lugares.
Por este motivo no tiene demasiado sentido hablar de los modelos revolucionarios norteamericano o francés para adaptarlo a las circunstancias de la América española. No cabe duda que las ideas ilustradas llegaron a América, pero prendieron en una élite minoritaria. Como señala Lynch [2] , la Ilustración no fue causa de la Independencia, pero sí la fuente en que sus líderes bebieron para justificar, defender y legitimar sus acciones, antes, durante y después de la revolución.En cuanto al posible influjo de la Revolución Francesa, los líderes de la emancipación, la minoría criolla, rechazará con horror los excesos a los que condujo la revolución en Francia. De hecho, los primeros movimientos revolucionarios en Hispanoamérica son una reacción frente a todo lo que Napoleón representaba. Después sí se dejará sentir la influencia francesa, pero más en su vertiente de pensamiento político liberal.
b) Causas en la Península: crisis dinásticaLos sucesos acaecidos en la Península durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX explican en gran medida la respuesta americana en este período. Y podemos resumir esta realidad señalando que, independientemente de la situación política que se diera en la Península, los sucesivos gobernantes fueron incapaces de comprender la realidad americana. Tomaron sus decisiones sobre Hispanoamérica sin conocer en absoluto –o ignorándola de hecho- la problemática y las reacciones que allí se producían como consecuencia de la crisis vivida en la Península.
La Revolución Francesa y el posterior desarrollo de los acontecimientos en Europa llevan a España a embarcarse en una política internacional contraria a sus intereses y más aún contraria a los intereses de América. Como consecuencia de la guerra contra Inglaterra el comercio ultramarino se vio duramente afectado. Creció sin control el contrabando, y al autorizar el comercio con las potencias neutrales, al final los grandes favorecidos serán los comerciantes norteamericanos, que verán con muy buenos ojos cualquier acción tendente a lograr la emancipación de sus hermanos del sur.
A partir de 1808 los acontecimientos en América se sucederán al ritmo marcado por la crisis peninsular.
Tras las abdicaciones de Bayona y el levantamiento de los “patriotas” en mayo de 1808, en cada comarca o región de España se constituye una Junta. Esta acción viene justificada por la tesis escolástica sobre la soberanía, que revierte al pueblo en el caso de que el rey no pueda hacer uso legítimo de la misma [3] .
Pero cuando las Juntas son sustituidas por una Junta Central, la actitud de los americanos empieza a ser diferente de la de los peninsulares. Ya no está tan claro que el poder legítimo recaiga sobre esa Junta, en la que no aparecen representados los intereses de los españoles americanos. La Junta Central se mantuvo, además, reservada y fría ante las Juntas americanas. Su autoridad fue en principio acatada con reservas, pero pronto aparecerían Juntas en el Alto Perú y en Nueva Granada (1809).
La crisis no se generalizó en América hasta 1810, y fue motivada por las noticias recibidas acerca de la ocupación de toda la Península por parte de Napoleón. El miedo a que los franceses continuaran sus campañas conquistadoras por Hispanoamérica hizo crecer el sentimiento separatista: no querían correr los americanos la misma suerte que estaban corriendo los peninsulares.
Y cada momento histórico en la Península era una aportación más al estado de crisis que se vivía en América. Cuando se reúnen las Cortes de Cádiz, mantienen esta misma marginación de los territorios americanos; mientras que cada región peninsular puede enviar dos representantes a Cortes, solo uno será convocado por cada región de América.
Y cuando por fin el ejército napoleónico sea expulsado de la Península, tampoco las circunstancias van a ser propicias al acatamiento del poder peninsular. Fernando VII, al recuperar el trono, se empeña en ignorar la voluntad del pueblo que durante ocho años ha luchado por devolver la corona a su rey legítimo. No reconoce –trata de aniquilarla- toda la labor realizada por las Cortes de Cádiz, y envía a América ejércitos realistas para eliminar cualquier foco separatista.
El rey utiliza la fuerza para mantener una situación que era difícilmente sostenible. Y será precisamente la fuerza lo que falle en 1820. El golpe de Riego, que debía haber mandado sus tropas para acallar la revolución americana, supuso el último impulso que necesitaba el movimiento emancipador. Se trata del mayor servicio que los liberales españoles prestaron –sin saberlo- al movimiento independentista hispanoamericano.La restauración del régimen liberal en España no iba a satisfacer las apetencias de todos. Los liberales americanos ya no necesitaban la Constitución de Cádiz; querían una propia o, mejor dicho, una para cada región. Y los conservadores, viendo las consecuencias de implantar la Constitución, no eran favorables a ella en absoluto; por eso muchos de ellos apoyarán ahora decididamente la separación. Mientras tanto los constitucionalistas españoles pensaban, ingenuamente, que todos los problemas se resolverían con el nuevo régimen. Creían en la fuerza de la Constitución para acallar todas las voces discordantes en América. Y el resultado no fue ese en absoluto.
El año 1824 viene marcado por un cambio en España, con el regreso del poder absolutista, y también supondrá una fecha clave en América: aquellos territorios, por mucho que el monarca se empeñe en ignorarlo, son irrecuperables.
por María Saavedra Inaraja
Bibliografía:
Para una aproximación a los procesos independentistas de Hispanoamérica, siguen siendo válidas obras que ya se han convertido en clásicos sobre esta materia. Se señala a continuación una pequeña selección de obras de carácter general:
CÉSPEDES, Guillermo (1988): La Independencia de Iberoamérica. La lucha por la libertad de los pueblos. Biblioteca Iberoamericana. Anaya. Madrid.
DELGADO, Jaime (1960): La Independencia Hispanoamericana. Instituto de Cultura Hispánica. Colección Nuevo Mundo. Madrid.
FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor (1957): La emancipación de América y su reflejo en la conciencia española. Instituto de Estudios Políticos. Madrid.
HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario (1988): América Americana 1. Vol 4 de Historia de América. Ed. Alambra. Madrid.
LYNCH, John (2001a): Las revoluciones hispanoamericanas 1808-1826. Ariel. Barcelona.
LYNCH, John (2001b): América Latina, entre colonia y nación. Crítica. Barcelona.
MALAMUD, Carlos (2005): Historia de América. Alianza. Madrid
MORALES PADRÓN, Francisco (1986): América Hispana. Hasta la creación de nuevas naciones. Vol 14 de Historia de España. Gredos. Madrid.
NAVARRO GARCÍA, Luis (Coord.) (1991): Historia de las Américas. Vol III Alhambra Longman. Universidad de Sevilla. Sociedad Estatal para el Quinto Centenario. Sevilla.
PALACIO ATARD, Vicente (1978): La España del siglo XIX.1808-1898. Espasa Calpe. Madrid.
[1] LYNCH, J. (2001b) p. 168
[2] LYNCH, J (2001a), p.33
[3] Esta tesis de la soberanía popular tenía mayor fuerza en la América española que dentro de la propia Península. Los criollos estaban absolutamente imbuidos de las doctrinas tradicionales del derecho castellano, que los Borbones habían tratado de modificar. Sobre este tema, v. DELGADO, J. (1960) y LYNCH (2001b).

Mesopotamia y las Primeras Civilizaciones


1. Las civilizaciones fluviales

Hacia el 3500 a. C. algunos pueblos asentados en los valles de grandes ríos (Tigris, Éufrates, Nilo, Indo, Amarillo) aprendieron a aprovechar las crecidas de las aguas con construcciones hidráulicas: canales y diques. Gracias al aumento de la producción agrícola y el comercio, las ciudades de algunas regiones prosperaron y construyeron grandes edificios. Además, las ciudades que estaban en el mismo valle fluvial, por su proximidad, compartían unas mismas creencias o cultura. A estos pueblos que se caracterizan por su gran desarrollo urbano (de sus ciudades) y por tener una misma cultura se llaman civilizaciones.

Actividades de comprensión lectora: 
  • ¿Por qué las primeras civilizaciones se desarrollaron en los valles fluviales de grandes ríos? 

2. Los Estados y los imperios

Fuente: INTEF/ Ilustrador: José Alberto Bermúdez
Las civilizaciones empezaron organizándose en ciudades independientes o ciudades-estado, pero cuando unas conquistaron a otras, formaron los primeros imperios. La creación de grandes imperios, facilitó el desarrollo de  rutas comerciales, aunque el comercio se reducía en los periodos de guerra.  Con las primeras civilizaciones surgieron los Estados, es decir, organizaciones formadas por el conjunto de los gobernantes y sus funcionarios (subordinados a los gobernantes) que ejercen el control sobre un territorio independiente y sus habitantes. Los estados se dividen en instituciones, organizaciones jerárquicas (unos mandan, otros obedecen), que se dedican a tareas diferentes, por ejemplo el ejército o el templo (los sacerdotes también formaban parte del Estado). La misma civilización podía tener varios estados o puede unificarse bajo el control de uno solo.

Actividades de comprensión lectora: 
  • ¿En qué se diferencia una ciudad-estado de un imperio?

3. La escritura

Para poder registrar los datos económicos, cobrar impuestos y garantizar el cumplimiento de  acuerdos comerciales, los mesopotámicos inventaron la escritura. El primer sistema de escritura, llamado cuneiforme, consistía en marcas en forma de cuña sobre tablillas o cilindros de arcilla. Primero lo hacían con dibujos, luego, para ahorrar tiempo, esquematizaron los dibujos y finalmente, los redujeron a líneas y puntos abstractos. El descubrimiento de la escritura marca el fin de la Prehistoria y el comienzo de la primera etapa de la historia, llamada Edad Antigua. En los primeros lugares (Egipto y Mesopotamia), coincide el comienzo de la Edad Antigua con la edad del Bronce.

Actividades de comprensión lectora:
  •  ¿Qué hecho marca el comienzo de la historia?
  • ¿Por qué apareció la escritura? ¿Cómo fue evolucionando?

4. Las diferencias sociales

Con las primeras civilizaciones surgieron los grupos sociales diferenciados. La sociedad se dividió en grupos privilegiados  (reyes, sacerdotes, altos funcionarios, grandes propietarios y escribas), grupos no privilegiados, el resto de personas (sirvientes, campesinos, comerciantes, artesanos) y personas sin libertad, o esclavos (resultado de las conquistas, por no pagar las deudas o por ser hijo de esclavos). La nueva sociedad se representa en un gráfico piramidal. Para evitar que los conflictos acabaran de forma violenta y para evitar los abusos de poder de los privilegiados, los gobernantes decidieron escribir una lista de nomas o código de leyes y  las colocaron en lugares públicos para que todos las pudieran ver.  Hay una excepción, la civilización del valle del Indo no hubo diferencias sociales, no se han encontrado palacios y todas las viviendas son iguales.

Actividades de comprensión lectora: 
  • Elabora una pirámide social incluyendo a los grupos sociales más destacados.
  • ¿De qué tres formas se convertía alguien en esclavo?
  • ¿Por qué los gobernantes decidieron poner las normas o leyes por escrito?

5. Las civilizaciones en Mesopotamia

En la misma región de Mesopotamia, se desarrollaron varias civilizaciones sucesivas:
  1. Sumeria (3.300 a.C.-2.300 a.C.). Se formaron ciudades-estado independientes (Ur, Uruk, Lagash, etc.) gobernadas por un rey/sacerdote. Inventaron la escritura.  
  2. Imperio acadio (2.300 a.C.) desde la ciudad de Acad. Sargón I conquistó muchas ciudades y se convirtió en el primer emperador de la historia. 
  3. Imperio babilónico (1.800-1.300 a.C.) desde Babilonia. Destaca el rey Hammurabi, autor de un importante código de leyes que lleva su nombre. 
  4. Imperio asirio (1300 a.C- 600 a.C.) desde Assur y Nínive. Fue una civilización guerrera que usaba armas de hierro, carro de guerra y armas de asedio. El rey Asurbanipal invadió Egipto y creo la gran biblioteca de Nínive. 
  5. Imperio neobabilónico (612 a. C.-539 a.C.) renace Babilonia. Al rey Nabucodonosor II, se le atribuye la construcción del zigurat de Marduk (torre de Babel), los jardines colgantes de Babilonia, y las puertas de Ishtar. En el 539, Babilonia fue conquistada por el emperador persa Ciro II
Desde el eje Mesopotamia - Egipto, la civilización se extendió a los territorios próximos, dando lugar a otras civilizaciones: 
  1. Minoica, en Creta (3000 a.C.-1300 a.C.)
  2. Hititas (1700 a.C.-1600 a.C.), en la península de Anatolia ()
  3. Fenicios (1200-539), en la costa norte del levante mediterráneo
  4. Israel (1200-722), en la costa sur del levante mediterráneo
  5. Media, en la zona norte de los Zagros
  6. Persia, en la zona sur de los Zagros
Actividades de comprensión lectora:  
  • ¿Cuál fue el primer imperio de la historia? ¿y el primer emperador?
  •  Ordena por orden cronológico y señala un gobernante y una ciudad importante: Imperio Asirio, Imperio Acadio, Sumeria, Imperio Babilónico, Imperio Neobabilónico.

5. El Imperio persa.  

Desde Persépolis (en una región próxima) el emperador Ciro II conquistó Media, Armenia, Mesopotamia, Fenicia, Judea, Lidia (península de Anatolia) y todos los territorios hasta la India. Defendió la libertad de comercio en sus dominios. Su hijo, Cambises III, conquistó Egipto. Murió asesinado y llegó al poder Dario I, que extendió su imperio hacia el norte (centro de Asía), hacia el este (valle del Indo) y hacia el oeste (Tracia y parte de Grecia). Dario construyó el  Camino Real Persa, un camino que iba desde Persépolis, (cerca del Golfo Pérsico) hasta Sardes (la capital de Lidia, cerca del Mar Egeo). Gracias a esto, los mensajeros persas eran los más rápidos.  

6. La cultura mesopotámica y persa

La religión mesopotámica era politeísta, entre sus dioses destacan Marduk (Dios más poderoso) e Ishtar (diosa del amor, la fertilidad y la guerra). Crearon relatos míticos (intervienen los dioses) para explicar el origen del mundo, del hombre, etc. como el poema de Gilgamesh. Cada ciudad y cada región tenía sus dioses principales.  Con el emperador persa Ciro II, se permitió la libertad de culto, siendo el primer gran gobernante de la historia que se hizo famoso por su política de tolerancia hacia todas las creencias. Años después, Dario I dio más protagonismo a la religión politeista de los persas, el zoroastrismo.

La arquitectura mesopotámica y persa se caracterizó por el uso del ladrillo, a diferencia del adobe, el ladrillo no tiene paja y es más consistente porque no se seca al sol, sino en hornos a mayor  temperatura. También inventaron los azulejos, al recubrir la pieza de barro con polvo de óxido de diferentes colores, la usaron  para decorar la parte exterior de los edificios. Usaron también el arco de medio punto de forma semicircular y la bóveda de cañón, una sucesión de arcos de medio punto. como se puede ver en la puerta de Ishtar. Construyeron torres escalonadas llamadas zigurat, como el de Ur, o el de Marduk. Por lo que se refiere a la escultura, hicieron relieves en los muros, esculturas exentas, es decir, separadas del edificio y estelas que eran monolitos (una gran piedra) verticales conmemorativas, es decir, que recordaban o conmemoraban un gran acontecimiento.

7. Las primeras civilizaciones de la India, China y América

  1. En la misma época de los sumerios, en la India se desarrolló la Civilización del valle del Indo (2.600 a.C.-1.600 a.C.), con ciudades como Mohenjo-Daro y Harappa. Sus ciudades tenían un diseño urbano planificado con calles rectas. Disponían de  canales para el agua y cloacas para los deshechos. Disponían de escritura, que no ha sido descifrada. Fueron invadidos por pueblos indoeuropeos y muchos de sus avances se perdieron. 
  2. Simultáneamente a la época acadia, en China comenzó a gobernar la primera dinastía, la Xia  (2.300 a.C.-1.600 a.C) en torno al valle del río Amarilo o Huang-ho.
  3. Cuando Babilonia dominaba Mesopotamia, en centro América apareció la primera civilización del continente, Olmeca (1500 a.C.-500 a.C.) , que inventaron una escritura con signos en forma de glifos.
  4. Al mismo tiempo que se expandía asiria, aparece la primera civilización sudamericana, la Chavín (1200 a. C. - 200 a. C.).







La Revolución Norteamericana














De la Guerra de los Siete Años, concluida en 1763, Gran Bretaña emergió como la gran vencedora, obteniendo inmensos territorios en Asia, África y América. La flema británica veía con orgullo flamear su bandera alrededor del mundo, sin advertir que la extensión del imperio se convertiría en un verdadero talón de Aquiles. La guerra dejó al gobierno británico al borde de la bancarrota, con una deuda de 130 millones de libras, mientras la administración de las nuevas posesiones obtenidas multiplicaría los gastos por cinco, pasando de 70.000 a cerca de 350.000 libras anuales. Alguien –y según la imperial costumbre, no Londres– tenía que levantar el muerto.
Al primer ministro George Grenville se le ocurrió aplicar “un plan de ajuste”, pero, como decíamos, no en Gran Bretaña sino en las colonias americanas. Para ello, propuso que el gobierno fortaleciera el control económico y político sobre sus posesiones imperiales norteamericanas. El gobierno inglés, pionero en un truco perdurable, intentó disfrazar el ajuste, con la Ley de Ingresos de 1764, conocida como Ley del Azúcar, que reducía a la mitad el arancel a las importaciones de melazas extranjeras, mientras gravaba nuevos productos como lino, seda, añil, café, limón y vinos extranjeros. Además se ampliaba la lista de mercancías “enumeradas”, aquellas que sólo podían exportarse a Inglaterra. Londres se convertía así en intermediaria de los productos coloniales, elevando su precio y quedándose con jugosas ganancias.

Nuevas medidas contribuyeron a agitar el sentimiento antibritánico como la prohibición de imprimir papel moneda en las colonias y la obligación de mantener, a expensas de los colonos, un ejército inglés de 10.000 hombres, cuya obvia misión era la represión de quienes debían sostenerlo. Pero la gota que colmó el vaso fue la Ley de Timbres, aprobada por el Parlamento en marzo de 1765. El impuesto consistía en un sello –que debía imprimirse en testamentos, licencias, pólizas de seguro, etc.–, sin el cual todo documento carecía de validez legal. El gravamen recaía también sobre periódicos, panfletos, volantes y hasta naipes.
La Ley de Timbres se convirtió en un boomerang que en su regreso golpearía directamente al gobierno británico. Lejos de contribuir a ensanchar las arcas de la corona, la medida significó el comienzo de la unificación de unas colonias que se habían creado y prosperado en un singular aislamiento. Representantes de nueve de las trece colonias se reunieron en octubre de 1765 y lograron que la medida fuera derogada.

El conflicto resurgió en 1773, cuando el Parlamento aprobó la Ley del Té, que otorgaba a la Compañía Británica de las Indias Orientales el monopolio de la venta de ese producto en las colonias, desplazando a los comerciantes locales. Las protestas no tardaron en llegar. En Boston, cuando el gobernador intentó forzar la descarga de un embarque, un grupo de colonos disfrazados de “indios” tomó los barcos y arrojó la mercancía por la borda. Gran Bretaña vio en este episodio –que pasó a la historia como el “Boston Tea Party”– un desafío inadmisible para el orgulloso espíritu imperial y decidió dar un castigo ejemplar, aislando a la colonia rebelde.
Pero una vez más el tiro le saldría por la culata. En solidaridad con Massachusetts, las colonias establecieron el boicot a los productos ingleses y crearon un ejército continental, al mando de George Washington, para enfrentar a las tropas del rey. Inglaterra envió a mercenarios alemanes, además de las fuerzas regulares, para combatir a los sublevados, aumentando el resentimiento de los colonos.

Los filósofos de la Ilustración, especialmente Rousseau, Locke y Montesquieu, impregnaron tanto la propaganda rebelde como la Declaración de la Independencia y la Constitución, documentos fundacionales de la nación.

A principios de 1776, Paine publicó un incendiario panfleto, Sentido Común, que contribuiría a exacerbar los ánimos contra los británicos: sostenía que un hombre honrado valía por “todos los rufianes coronados que hayan vivido”. Se apreciaba, además, su escaso afecto por el rey Jorge III al que llamaba “la Real Bestia de la Gran Bretaña” 1 y señalaba el absurdo de que un continente fuese gobernado por una isla.

Parece increíble que el país que avasalló a lo largo de su historia imperial los derechos humanos de medio mundo, base su sistema democrático en aquella romántica Declaración de la Independencia aprobada el 4 de julio de 1776, que contiene conceptos como: “las leyes de la naturaleza”, que defiende los “derechos inalienables” como “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” y el derecho del pueblo a “abolir o reformar” un gobierno que atente contra esos derechos.



Once años más tarde, la Constitución norteamericana haría suyo el principio de separación de poderes propuesto por Montesquieu. El poder estaría dividido en tres: un ejecutivo, ejercido por un presidente; un legislativo, compuesto por dos cámaras, y un poder judicial.
Tras la victoria de los colonos en la batalla de Saratoga, Francia firmaría la alianza con los rebeldes en febrero de 1778 y entraría en guerra contra Gran Bretaña. España se sumaría a los franceses poco después. Uno de los combatientes franceses, el marqués de Lafayette reconoció en la revolución norteamericana el comienzo de una nueva era: “La era de la revolución norteamericana, que puede considerarse como el principio de un nuevo orden social para el mundo entero, es propiamente hablando la era de la declaración de los derechos” 2.


Batalla de Saratoga


Jacques Pierre Brissot, uno de los líderes de la Gironda, profetizará: “La revolución americana ha producido la Revolución Francesa: ésta será el foco sagrado de donde partirá la chispa que incendiará a las naciones cuyos amos se atrevan a acercársela”. 3
 Autor: Felipe Pigna
Referencias:
1 Morison, Samuel Eliot y Steele Commager, Henry, Breve historia de los Estados Unidos, Fondo de Cultura Económica, México, 1987, pág. 111.
2 Jean Pierre Brissot, Memorias, tomo IV, citado por Lewin, Boleslao, Los movimientos de emancipación en Hispanoamérica y la independencia de Estados Unidos, Raigal, Buenos Aires, 1952, pág. 122.
3 Monitor del 14 de julio de 1797, citado según Laurent, La historia de la humanidad, tomo IV, pág. 635, traducción de Nicolás Salmerón y Alonso, Ángel Fernández de los Ríos y Tomás Rodríguez Pinilla, Madrid, 1880; en Lewin, op. cit.
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Fuente: www.elhistoriador.com.ar