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Art Nouveau

El Art Nouveau se liga a la producción industrial, con un gran sentido de adaptación a la vida moderna. Es por ello que se desarrolló singularmente en dos variables: la arquitectura y el diseño gráfico. 

Los primeros ejemplos se relacionan  con los diseños escurridizos, ondulantes, curvilíneos de mera intención decorativa que ofrece el Art Nouveau. El nombre le vino dado al movimiento a raíz de una exposición de Munch en París, el año 1896, en la galería "Art Nouveau". Se desligó del Simbolismo en busca de una autenticidad de época: es el primer movimiento que se desprende casi por completo de la imitación de estilos anteriores (Renacimiento, Barroco, Neoclasicismo, Romanticismo, etc.) en busca de la identidad de lo urbano y lo moderno, puesto que nacía un nuevo siglo. 

Por ello utiliza técnicas que le son propias: la reproducción mecánica, como la xilografía, el cartelismo, la impresión... Estéticamente resultan imágenes planas, lineales, ornamentales, que se reducen a una economía de medios que las dota de singular belleza, se alejan de la figuración para centrarse en el mero adorno, muy cerca del diseño industrial. Las únicas conexiones estilísticas que se le pueden encontrar son las del Prerrafaelismo del último Romanticismo inglés, y el Movimiento llamado Artes y Oficios. A su extraordinaria difusión contribuyó lo agradable y fácil de su lectura, ayudada por el inicio de la revista ilustrada y las exposiciones internacionales, dos hechos que aparecen en la década de 1890.

 EL ART NOUVEAU EN MONTEVIDEO

Con el avance del siglo XIX, la arquitectura del hierro le empieza a dar nueva fisonomía a las ciudades a partir de imponer nuevas construcciones utilitarias (mercados, estaciones de trenes, hospitales, teatros, ayuntamientos, etc.) levantadas con las nuevas modificaciones técnicas. Pero en contraste con este proceso de innovación tecnológica en lo estructural, los arquitectos siguieron apegados a recrear el gótico, el renacimiento, el rococó, etc.
La escuela de Bellas Artes de Paris, sobre finales de siglo, continuaba acentuando la tendencia historicista (recordemos la Opera de París, gran obra ecléctica de Charles Garnier) y a nivel teórico no integraba los nuevos materiales (acero y concreto) que anunciaban una gran revolución en el arte de construir.

Aún así hubo, aún en ese marco historicista desde el punto de vista académico, quienes innovaron desde la práctica (llámese como ya vimos art nouveau, modernismo, secesionismo, etc.).

Uruguay, que absorbía todas las tendencias europeas, a partir de la década del 80, y como resultado de un buen momento económico para los sectores dominantes, ve surgir, en los alrededores de Montevideo, quintas suntuosas con logias y miradores que aplican historicismos y eclecticismos al modo europeo.

Paralelamente, el ferrocarril, el telégrafo, el gas, el vapor, la electricidad, irán agregándose ventajosamente para esa instalación del modelo europeo que caracterizó la época.

Los arquitectos del último tercio del siglo XIX en Uruguay, aplicaron cánones hijos de su formación en Francia y en Italia (y en algún caso en España), todos ellos muy apegados a lo que denominamos eclecticismos historicistas.
No se había dado aún, a fines del siglo XIX, un intento por definir una arquitectura nacional
.
En las primeras décadas del siglo XX, la creación arquitectónica siguió aferrada a estos cánones. Los primeros arquitectos formados ya en el Uruguay (a finales del siglo XIX se había creado el curso de arquitectura dentro de la ya existente Facultad de Matemáticas), recibían la teoría arquitectónica de la Escuela de Bellas Artes de Paris (donde el modernismo no tuvo un desarrollo comparable al de Bélgica o Alemania) o la influencia italiana, que siguió muy apegada a los revivals historicistas. Indiquemos como dato que en 1907 comienza a dirigir los estudios arquitectónicos en nuestro país José P. Carré, de fuerte predominio eclecticista, y lo hará por más de 3 décadas.
Por todo lo señalado, en ese marco historicista que prácticamente se extiende en Uruguay hasta la década del 30, los movimientos renovadores resultaron muy limitados. Fueron muy pocos los arquitectos que utilizaron formas modernistas, y por un período muy breve que podemos situar entre 1900 y la Primera Guerra Mundial (mientras que, como ya se dijo, el eclecticismo se extendió hasta bien entrados los años 30).

Vamos a citar la obra de algunos de ellos: Horacio Acosta y Lara, Américo Maini, Alfredo Jones Brown, Leopoldo J. Tosi y el catalán Cayetano Buigas i Monravá.
Pero volvemos a aclarar que su obra quedó inmersa en la poderosa corriente historicista, ya que ésta constituía el gusto de los grupos sociales ricos que eran los demandantes de una arquitectura importante. Por lo tanto era muy difícil trabajar (y mucho menos sostener teóricamente) la innovación.
Otra cuestión importante a aclarar es que fueron esencialmente renovadores en lo decorativo más que en lo estructural, donde hay cierta confusión estilística, reflejo de la influencia europea y el gusto local, como ya se dijo.


Alfredo Jones Brown: no viajó a Europa, por tanto no tuvo contacto directo con el modernismo europeo, pero si lo hizo a Chile y Argentina y tuvo contacto con arquitectos catalanes influidos por el modernismo que pasaron por Montevideo: Buigas i Monravá entre ellos.
Jones es un claro ejemplo de arquitecto que no pudo despegarse de la estructura compositiva neo-clásica ni del eclecticismo, por tanto donde si pudo concretar el modernismo fue en los aspectos decorativos de su obra, donde primó lo abstracto geométrico y la utilización del color, destacable en los techos del edificio para la Facultad de Enseñanza Secundaria (Instituto Alfredo Vázquez Acevedo).
A diferencia del modernismo europeo, a la arquitectura uruguaya le faltó la colaboración entre el arquitecto y el artesano (tan presente en el Art Nouveau, en la obra de Gaudí o en el movimiento Arts and Crafts inglés), eso llevó a dificultades en el uso del hierro y también a una menor riqueza ornamental.
Señalemos entre las obras de Jones Brown: el edificio del IAVA, el edificio Rex, La casa de Piria en Pirlápolis, la escuela pública del Reducto.

Edificio del IAVA (inauguración: 1911): Edificio de expresión monumental fuerte similar al de la Facultad de Derecho. La planta es simétrica y no se aleja de los proyectos de la Escuela de Bellas Artes de París, incluyendo la monumental escalera que pauta su ingreso principal por la calle José E. Rodó.
Las fachadas aparecen trabajadas con fajas horizontales, la planta baja se apoya en un basamento que desaparece con la pendiente de la calle, y se compone de una decoración geométrica de fuerte inspiración modernista, en la planta alta aparecen elementos decorativos más clásicos pero con incorporación del color y del ladrillo visto. La cornisa está muy ornamentada y el techo es inclinado, con tejas de colores y lucernarios. Los patios se organizan simétricamente. Las fachadas laterales continúan la principal (que se retranquea permitiendo el desarrollo de la escalera y la creación de un espacio abierto desde donde observar todo el edificio; y la fachada posterior plantea un patio cercado por rejas entre pilones.
“En este edificio hay una mezcla de elementos decorativos clásicos y modernistas, en un juego plástico hábil, pero que no logra superar una situación de indefinición estilística. La solución resulta bastante confusa, al separar expresivamente planta baja y planta alta en oposición estilística. A la primera se le dio un tratamiento de “basamento” con un moldurado fuerte y geométrico, en tanto que la planta alta se acerca más a una solución neoclásica con ornamentaciones clásicas y modernistas mezcladas, aberturas con arcos de medio punto y arcos rebajados, con ladrillo visto. La cubierta, de tejas cerámicas, configurando una decoración geométrica de color, lucernarios y cornisa con elementos ornamentales, adquiere un valor plástico muy importante. El interior, como en todas sus obras, reduce la ornamentación al mínimo, con poco relieve y utilización de columnas de hierro fundido en los patios, constituyendo un conjunto arquitectónico austero, liviano, que contrasta fuertemente con el exterior”. Tomado de Walter Domingo, “Arquitectos del 900”.
El Modernismo catalán (es decir el de fuerte inspiración en la obra de Antonio Gaudí) estuvo representado en nuestro país por la obra del arquitecto catalán Cayetano Buigas i Monravá, autor de los Pabellones de Exposición de la Asociación Rural en el Prado (construidos entre 1911 y 1913). A principios del siglo XX las exigencias del mercado internacional van a llevar a que los ganaderos realicen exposiciones donde se exhiban los logros en la mejora de los ganados. Con el apoyo del gobierno los ganaderos acondicionan un predio en el Prado en el que, además de caminería, ruedo, balanza, palcos, construyen 3 pabellones destinados a albergar los animales mejorados, representativos de la modernización. Estas naves son proyectadas por el catalán, quien realiza diferentes y sobrias combinaciones con el ladrillo visto calcáreo buscando suavizar las aristas de estos galpones. Usa el zócalo inclinado buscando reducir la verticalidad de los muros, así como se utilizan ventanas y resolución de ángulos para aligerar la rigidez del encuentro de planos. En la decoración aparece la reminiscencia al lenguaje de Gaudí: ornamentación colorida, con inspiración vegetal y utilizando la técnica del trencadís (revestimiento de azulejos partidos).-

En 1905, el arquitecto Horacio Acosta y Lara y el ingeniero Augusto Guerra Romero construyen una vivienda para el Sr. José Pedro Rodríguez en la calle Bartolomé Mitre al N° 1410-1414, casi Rincón. Es interesante observar la decoración en líneas curvas, con inspiración vegetal, así como la utilización del hierro. Es monumento histórico nacional desde 1975 pero está en manos privadas y en un deplorable estado de deterioro (funciona actualmente una iglesia coreana).

Otro ejemplo de edificio inspirado en el Art Nouveau fue el construido en 1908 por el Arquitecto Américo Maini para la Escuela Brasil (Avda. Brasil N° 2963 esq. 26 de marzo) donde lo que resulta más notoriamente ligado a este movimiento es el tratamiento dado a sus rejas, donde logra que el hierro adopte líneas entrelazadas de exquisito valor artístico. El edificio escolar responde a todo un programa diseñado en 1906 para la construcción de escuelas públicas, en este caso el Arq. Maini proyectó el bloque de aulas recurriendo a estrictos criterios de simetría, el acceso central se realiza por un avance del volumen a través de una escalera, y el lenguaje modernista, además de la verja, lo encontramos también en la marquesina en hierro y vidrio y el particular tratamiento de sus ángulos. El ritmo constante de vanos y llenos, de similares dimensiones, confiere serenidad al conjunto, donde sólo destacan los elementos decorativos sobre las ventanas.
Todo el tratamiento de esta obra, su tejado y especialmente la verja, remiten al lenguaje modernista.


La obra de Leopoldo Tosi: Este arquitecto que tuvo larga trayectoria como constructor no sólo de obras de arquitectura sino también de ingeniería, adhirió en su primera etapa, en esos primeros años del 900, al lenguaje modernista.
En 1907 construye el Dispensario de la Liga Antituberculosa Dr. Joaquin de Salterain, en la calle Magallanes N° 1320, entre Guayabo y José E. Rodó. Este edificio está resuelto en forma simétrica, destacando únicamente la fachada con elementos clásicos y decoración con formas vegetales, aunque alejadas del desarrollo lineal del art nouveau, las fachadas laterales no tienen decoración, pero el cerco que limita el predio al frente es el que expresa una mayor influencia modernista.




Otra construcción que corresponde a Tosi es el edificio comercial de Pablo Ferrando (1917), ubicado en la calle Sarandí N° 675. Concebido con un espacio central interior, es de 3 pisos altos en forma de balcón sobre dicho espacio, solución que se adivina en la fachada ampliamente vidriada y con una estructura metálica expresada al exterior, todo lo cual recuerda a las innovadoras casas de Victor Horta.
Sin embargo, la parte superior de techo inclinado, balaustrada y construcción superior con cúpula circular, nos remiten a un historicismo del que es difícil desprenderse. Pero no olvidemos que esta dualidad estilística también existió en Europa. (Hoy se encuentra la librería "Puro verso", recomiendo su visita)

De las numerosas residencias privadas construidas por Tosi, destacamos en lenguaje modernista, la casa quinta de Williman, perteneciente a los años 1905-1907. Está ubicada en la Avda. Brasil esquina José Ellauri. En esta zona surgieron en el entorno del 900, con el desarrollo del balneario Pocitos, una serie de viviendas denominadas “chalet” o “petit hotel”, cuya principal característica era estar ubicadas en predios que permitieran espacios libres destinados a jardines o parques, tener generalmente 2 plantas y 1 mirador en una tercera planta con cúpula de remate. Dentro de esta tipología se ubica la casa que Tosi construyó para Williman, tiene 2 plantas, amplios salones para recepción, en la esquina un tercer nivel con cornisa y pequeña cúpula superior. Lo que más se destaca en esta obra es el uso del color, expresado por medio de ladrillos expuestos (alternados con paños de revoques), mosaicos de cerámica, y amplias vidrieras de colores con motivos claramente “art nouveau”. Hay una fuerte influencia del modernismo catalán por la combinación de diferentes modalidades decorativas (como los frisos de cerámica) y por el uso del color, inusual en Tosi. El art nouveau francés está presente también en rejas y marquesinas, además de las vidrieras ya mencionadas.
Todo el conjunto trasunta liviandad y transparencia, incluyendo sus rejas y pilones.
Actualmente la vivienda, si bien es monumento histórico nacional desde 1986, está en manos privadas que han agregado construcciones que alteran la visión de la estructura original, está en mal estado de conservación, funcionando un gimnasio!!
http://estudi-arte.blogspot.com/2009/09/el-art-nouveau-en-montevideo.html

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